Dignidad o soberbia
José
Ayala Lasso
29/06/2013
El
presidente Correa ha renunciado
unilateral e irrevocablemente a las
preferencias arancelarias Atpdea explicando que el Ecuador, como país soberano, no acepta ni aceptará
presiones o chantajes de nadie. Anticipándose a la posibilidad de que se emitan opiniones que no concuerden con su decisión, ha dicho que ya
vendrán a criticarle los vendepatrias de siempre, los sirvientes del imperio. Los ha descalificado moralmente y los descalifica intelectualmente llamándoles mediocres o limitaditos, cómplices de las caretucadas de los Estados Unidos de América.
Cuando un ecuatoriano
o miles de ecuatorianos invitan
al Presidente a meditar
antes de decidir y a poner
los intereses nacionales por encima de cualquiera
otra consideración, ¿están ejerciendo presiones indebidas sobre su persona? Si alguien le advierte sobre las posibles
consecuencias negativas de sus decisiones, ¿está actuando como
un chantajista? Parecería que el Presidente confunde la confianza ciega en su propio
juicio con el ejercicio de
la soberanía nacional. Seguramente está convencido que su verdad es
la única verdad y que la visión de los demás es desechable
por falsa. Y defiende su criterio
como si defendiera
la soberanía nacional. Por ello, renuncia
al Atpdea y, con ironía ofensiva a los Estados Unidos, a cuyo pueblo dice admirar y amar, se expresa dispuesto a financiar, con 23 millones de dólares anuales, un programa para que
ese país se capacite en el respeto a los derechos humanos.
Hay que preguntar a qué otras renuncias estaría dispuesto el presidente Correa si los perjuicios al comercio ecuatoriano no se limitaran a las ventajas del Atpdea sino a otros
ámbitos comerciales como el Sistema General de Preferencias o la cuota azucarera. No creo que entonces el Presidente pensaría renunciar irrevocablemente al comercio con los Estados Unidos de América. ¿O sí? Estos son los parámetros que de alguna manera definen
la gravedad del problema suscitado con nuestro más importante socio comercial a raíz del llamado caso Snowden, problema tan delicado que ni las
dos grandes potencias,
China y Rusia, han querido tomar en sus manos. Mientras
tanto, estimulado por declaraciones del ministro Patiño, Snowden pidió asilo al Ecuador y el australiano Assange, desde su oficina en la Embajada ecuatoriana en Londres, asumiendo abusivamente un rol que le está vedado,
informó que nuestro Gobierno ha otorgado a Snowden un documento
de viaje.
Una tardía rectificación oficial adujo que la eventual emisión del documento sería de responsabilidad
individual de quien lo entregó.
Posteriormente, el presidente
Correa también desmintió la
información aunque -por sí acaso-
desautorizó y negó valor al
documento eventualmente otorgado por un funcionario no autorizado.
¡Curiosa la manera en que ahora funciona una oficina consular!