La
O de Obama
El nombre
Barack Obama pareciera escrito
con teflón. Mientras más duramente lo atacaban, más subía
en las encuestas. ¿Con qué se escribirá la H de Hugo?
Por: Janine Vici Senior
Estando en EUA me empapé de debates, análisis, proyecciones y encuestas de todos los extremos y brinqué de alegría cuando declararon a Obama el nuevo Presidente. Lloré junto con los millones de votantes anónimos de todos los colores y edades de la gama afrodescendiente -más los otros colores de los cincuenta estados que componen el tejido de este gran país democrático-,
celebrando con ellos, no sólo el derrumbe de ese muro de prejuicio
que se erguía invisible, pero tangible en la esperanza de muchos; sino por
la victoria democrática de ese mulato delgado
y elegante, que surgió airoso de un infancia inestable en Hawaii y
Bali, criado por su abuela blanca,
disciplinado, preparado, culto y brillante que supo focalizarse
en una meta y una campaña positiva de servicio y amor por su país
y, me atrevo a decir, del planeta.
Es el hombre que -por su
piel y crianza geográficamente multirracial– va a lograr ponerse
en los zapatos "del otro",
al sentarse a discutir sin precondiciones con sus amigos y adversarios. Fue una reacción de distensión y euforia total, el presenciar a aquella bella familia celebrando
juntos, el abrazo cálido de su pareja,
la brillante PhD de Princeton, su
mejor amiga, el amor de su vida...
Celebré que el pueblo norteamericano por fin repudió sus prejuicios
y escogió la opción de la esperanza, acuñada en el logo de
un sol naciente de Obama. Superaron
los miedos propios, rechazando tajantemente los que les trató de inyectar McCain durante su deshonrosa y sucia campaña -tanto, que la llamaron
"la campaña hedionda".
La carta del miedo, la agresividad, la extorsión emocional no les funcionó a los rojos y les explotó en la cara, junto con las descalificaciones, ataques y videos montados de mentiras clonadas.
El nombre
Barack Obama pareciera escrito
con teflón. No sólo no le afectaron los intentos de la campaña republicana de enlodarlo y asustar a los votantes, sino por el contrario, mientras más duramente
lo atacaban, la porquería
se les pegaba a sus acusadores en relación directamente proporcional y Obama
seguía subiendo como espuma en las encuestas.
Con esa
calma absoluta, su seguridad, confianza
y capacidad de controlarse
y mirar a su adversario a los ojos y tratarlo con respeto, nunca sucumbió a la tentación de contestar con un
"derechazo" a todas
las viles acusaciones divisionistas e irresponsables inventándole asociaciones con terroristas, ser
musulmán, racista, comunista y asesino de fetos, que McCain–Palin usaron en mitines para enardecer a sus seguidores conservadores, logrando gritos de ¡mátenlo! Horrorizando al resto del país.
En Venezuela, nos siguen atragantando
por las malas
un poder omnímodo con un miedo amenazante y represivo, insultos, inseguridad, calles rotas y sucias, una vida inflada
al 36% teñida por 10 años de regresión y corrupción -un solo color, pensamiento
e ideología.
Pero, existe una
esperanza con fecha: El
23/11 quiero llorar y brincar de alegría por mi país y cambiar
el balance de poder. Que gane la esperanza, la unión y el trabajo de todos por recuperar
a nuestra Venezuela bonita
y amable. Quiero la misma euforia que
sentí el 4/11 por el país de mis nietos,
el 23/11 para el mío.
¿Con qué
se escribirá la H de Hugo?