Inoculaciones aberrantes

 

Guatemala

 

02 de Octubre de 2010

 

El contagio intencional de enfermedades venéreas a 1,500 guatemaltecos por parte de Estados Unidos, parece no tener calificativo.

 

 

Aunque cabe pensar en la posibilidad de un resarcimiento, lo más deseable es que hechos de esta naturaleza no se repitan nunca más.

 

 

No hay palabras para calificar los experimentos que Estados Unidos hizo entre 1946 y 1948 con 1,500 guatemaltecos a quienes infectó con sífilis y gonorrea sin su consentimiento, mediante inoculaciones.

Quizá el adjetivo de “delito de lesa humanidad”, utilizado por el presidente Álvaro Colom al pedírsele opinión acerca del tema, apenas logre trazar, aunque con imprecisión, hechos tan aberrantes como los revelados ayer.

 

Resulta que un estudio sobre lo ocurrido a los connacionales salió a luz este año cuando la profesora Susan Reverby, de Wellesley College, tropezó con documentos archivados que comentaban el experimento dirigido por el cuestionado médico de salud pública estadounidense John Cutler.

 

El objetivo del estudio en Guatemala, que fue financiado por los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU. y la Oficina Sanitaria Panamericana _precursora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS)_, era investigar nuevas formas de prevenir enfermedades venéreas.

 

Las personas vulnerables objeto de los experimentos (prostitutas, militares, reos y enfermos mentales), a quienes ahora se les ha calificado comoratones de laboratorio”, fueron alentadas, además, a contagiar las enfermedades a otros, y algunos de los que contrajeron sífilis luego no fueron tratados.

 

Los hallazgos abundan en detalles espeluznantes, los cuales también funcionarios estadounidenses tratan de calificar al presentar sus disculpas al Gobierno guatemalteco.

 

La secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, dice que se trató de algoantiético” y mostró indignación por la investigaciónreprochable”; lamentóesas abominables prácticas” y expuso que “la conducta demostrada durante el estudio no representa los valores de Estados Unidos ni nuestro compromiso con la dignidad humana”.

 

Y el presidente Barack Obama, por la vía telefónica, expresó a Colom suprofundo pesar por los experimentos”. Adquirió el “compromiso inquebrantable” de su país para garantizar que los estudios médicos actuales cumplan todos los estándares éticos y legales internacionales.

 

Los calificativos y las disculpas sobran ahora, y aunque los hechos se hayan suscitado hace 64 años, en la dignidad del pueblo guatemalteco ha quedado la mácula que deja el honor mancillado, algo que difícilmente se logrará limpiar, muy a pesar de todas las comisiones que se integren para indagar lo sucedido.

 

A estas alturas, aunque cabe pensar en la posibilidad de un resarcimiento, lo deseable es que el descubrimiento sirva realmente para que hechos tan deleznables queden a la vista, pero con el propósito de que no se repitan nunca más.