¿Del petrodólar al petro-qué?
Nazanín Amirian
Cuando en 2003 Bush invadía Irak, algunos analistas
señalaron el anuncio de
Saddam Husein de abandonar
el dólar por el euro en el comercio petrolero, como la razón principal. Dos meses después de la ocupación, el billete verde volvía al mercado iraquí. La misma teoría afirma
que el ataque de la OTAN a Libia fue
para impedir que Gadafi, ante el declive del dólar, llenara el Banco Central libio de oro, y ofreciera el dinar de oro como moneda
única para África. La reciente apertura de la Bolsa de Petróleo de Irán, que en sus operaciones
ha excluido la moneda americana, también
coincide con el aumento de la tensión
entre Teherán y Washington.
La llamada “verdadera bomba iraní”, pretende
competir con las bolsas IPE de Londres
y la NYMEX de Nueva York, ambas bajo el poder
de EEUU y su moneda.
Los iraníes
esperan que los europeos, chinos, indios y árabes, que huyen de una
divisa en declive, se dirijan a su Bolsa.
Sin embargo, aquí se trata
de la venta del petróleo en
otras monedas, y no de su cotización que
se sigue realizando en dólar en aquellas bolsas, respaldado por el
poderío político
y militar de EEUU. De modo que un
“petroyuan” o “petroeuro” aun quedan lejos.
Además, las duras sanciones económicas y financieras que sufre Irán,
el reducido tamaño de su exportación (unos 2,6 millones
de barriles diarios) o que China, su principal cliente, pretenda pagar con productos de “todo a cien” en vez de con yuanes, neutralizan el plan iraní. A India, otro cliente
“emergente”, Teherán acaba de cerrarle el grifo por impago.
El tándem
dólar-petróleo nace tras la guerra árabe-israelí de 1973. El aumento
(real o manipulado) del 400%
del precio de esta energía, tentó a EEUU, que con la complicidad de Arabia Saudí, obligó a los bancos
centrales del mundo a disponer de millones del billetes verdes para comprar petróleo.
Así ponía fin a la crisis del dólar y establecía
su control sobre los movimientos del combustible rey.
El conflicto
con Irán no es por sus inexistentes
armas nucleares, ni por su
Bolsa anti-dólar, sino -como en los
casos de Irak y Libia- para apoderarse de un territorio estratégico y empapado de oro negro.