¿Será
Colombia el Israel de América del
Sur ?
Se hace
necesario iniciar esta líneas con una aclaración dada la crudeza del título.
No se busca aquí poner en cuestión la existencia del Estado
de Israel. El tema es otro y esperamos que todos lo entiendan
así.
El problema,
el cuestionamiento, no está
en la existencia de un Estado israelí, sino en el papel que cumple en Medio
Oriente. Nadie en su sano juicio
puede negar que la política de Israel ha sido la de defender los intereses de EEUU en la región. Más allá de la polémica que pueda
surgir por estas líneas, sería
interesante que alguien nos ilustre
sobre las condenas que ha sufrido Israel en las Naciones Unidas por sus acciones
bélicas, ocupaciones ilegales ( ¿alguien podrá negarlas?) e incursiones en territorios de países vecinos ( ¿no existen documentos objetivos, incuestionables al respecto?).
Ello ha sido posible
gracias al apoyo de EEUU, que
le proporciona de manera preferencial armamento sofisticado ( no es el mismo que le vende
a los países árabes) y los subsidios
y preferencias comerciales
y de inversiones que goza.
Este esquema se puede trasladar a Colombia, que es el tema
que nos ocupa.
El presidente Bush, que llegó al gobierno de su país de una
manera muy poco clara
( para ser generosos en el juicio) es el gran
impulsor del Plan Colombia, un proyecto
que apoya a dicho país en la lucha contra el narcotráfico y la
guerrilla.
En realidad
es un proyecto
que apoya a Colombia en su lucha contra la guerrilla, un movimiento popular que mantiene desde hace 60 años una
porción importante del territorio bajo su dominio. Lo del
narcotráfico es sólo una excusa;
también Cuba fue acusada en su momento
de vivir del narcotráfico y
posteriormente le llegó el turno al presidente Chávez.
Lo que
sí está claro
y demostrado son los vínculos que el presidente constitucional de
Colombia mantenía con los paramilitares, un grupo de mercenarios que vivían, ellos sí,
del narcotráfico. Pero, como el esfuerzo mancomunado del Ejército regular
y los paramilitares (que hacían el trabajo
sucio que el Ejército no podía realizar) no pudo enfrentar con éxito a la
guerrilla, el imperio decidió
poner el pie en el acelerador
en el momento en que las fuerzas marxistas
estaban ganando terreno.
De ahí
nació el Plan Colombia, que
al principio se disfrazó como un esfuerzo
en la lucha contra el narcotráfico
y que incluso se pretendió exportar a otros países de la región. Nada más lejos de la realidad. Se militarizó rápidamente a Colombia
y se comenzó con una preparación puntillosa y muy profesional a las Fuerzas Armadas. Le siguió una etapa
de mejora en el armamento hasta que llegamos
al preciosismo de las bombas inteligentes que se utilizaron en la reciente masacre de Reyes y el grupo de guerrilleros que le acompañaba.
El mecanismo
operativo es similar al que todos presenciamos
en Medio Oriente, cuando comienzan a concretarse pasos en materia de paz, cuando hay algunas señales de que se podrían llevar adelante negociaciones que permitirían arribar a buen término, se produce un hecho bélico provocador por parte del sector más de derecha dentro del Ejército israelí que desarma
y anula los pequeños logros alcanzados.
En el caso
que nos ocupa,
el presidente de Venezuela estaba
adquiriendo una estatura como
negociador y pacificador que jaqueaba toda
la estrategia norteamericana
en la zona.
Y actuaron.
El resultado
militar fue auspicioso, el político no. Uribe
quedó absolutamente solo,
con el apoyo del presidente Bush, el mandatario más belicista y menos querido en Latinoamérica que ha conocido la historia de nuestros países.
La aventura
militar colombiana en
Ecuador ha servido, sin duda,
para que aquellos que aún
no habían caído en la cuenta del verdadero
significado del Plan Colombia, hayan
abierto los ojos. Ahora vienen
tiempos de continuar fortaleciendo la unidad americana en base a la integración, la colaboración, las buenas relaciones,
el respeto a las leyes y a la soberanía de cada país. De todo
esto, Estados Unidos no entiende nada, pero en Colombia hay fuerzas democráticas que deben estar cayendo
en la cuenta del papel asignado a su país.