El
mensaje del presidente
Obama
En su
discurso de toma de posesión el nuevo Presidente de Estados Unidos de Norteamérica, Barack
Obama, dijo unas palabras que parecieran
estar dirigidas expresamente a Nicaragua: “A aquéllos
que se aferran al poder a través de la corrupción y el engaño y el silenciamiento de quienes disienten, sepan que están en el lado equivocado de la historia, pero que extenderemos una mano si
están dispuestos a abrir el puño”, expresó Obama. Se terminó de desvanecer así la ilusión de los gobernantes autoritarios y corruptos que creían que
por ser alternativo políticamente a Bush, Obama vendría
de alguna manera a alcahuetearlos.
El Gobierno de Daniel Ortega es uno de ésos que
se aferran al poder a través de la corrupción y el engaño. Su poder es consecuencia del pacto y del fraude. Y pretende silenciar a los que disienten, garroteándolos en la calle, adueñándose de las rotondas, plazas y demás espacios públicos, castigando económicamente a los medios de comunicación independientes, acusando y acosando a periodistas críticos y a dirigentes independientes de la sociedad civil.
Este grave problema de gobernantes que “se aferran al poder a través de la corrupción y del engaño”, lo debemos resolver los mismos nicaragüenses. Sin embargo, es muy importante
que por estar
“en el lado equivocado de
la historia”, no podrán contar ni siquiera
con la benevolencia del nuevo
Presidente de Estados Unidos. Según su interpretación el discurso del presidente Obama, el
Embajador de Estados Unidos en Nicaragua, Robert Callahan dijo
que “los países gobernados por gobiernos honestos, eficaces, democráticos, van a ser
nuestros amigos y (…) aquéllos
que no respetan la democracia, los derechos fundamentales, ellos van a tener problemas con los Estados Unidos, porque es muy
difícil para un Presidente norteamericano apoyar gobiernos que no comparten con nosotros estos valores básicos, fundamentales”.
El presidente
Obama expresó, no obstante, que
a esos gobiernos les extenderá la mano si están dispuestos
a abrir el puño, es decir, el puño
del autoritarismo, del fraude,
de la corrupción, de la represión…”
Lo cual responde a lo que expresamos
en nuestro comentario
editorial de ayer, acerca
de que “la mejor ayuda que Estados
Unidos y otros países democráticos del mundo le pueden brindar a pueblos como el de
Nicaragua, es no ayudarle
en ninguna forma a sus gobiernos corruptos y dictatoriales. Pero quitarse encima
el autoritarismo y recuperar
la República democrática, eso debe ser obra
del mismo pueblo nicaragüense”.
Para esto no es necesario
volver a la época de los derramamientos de sangre y los derrocamientos gubernamentales. Basta con que Daniel Ortega abra el puño y que acepte
la anulación de las elecciones fraudulentas de noviembre pasado; que renuncie a sus propósitos de reelegirse o continuar gobernando de cualquier manera después de 2011; que no siga acusando
ni acosando a medios de comunicación, periodistas, organizaciones de la
sociedad civil y disidentes
democráticos; que busque el consenso nacional democrático para afrontar la grave crisis económica y restablecer la institucionalidad democrática de
Nicaragua; que respete el derecho de libre manifestación en calles, plazas y
rotondas; que no siga desprofesionalizando al Ejército y la Policía, etc., etc.
Si Ortega rectificara, si dejara de desgobernar y comenzara a gobernar democráticamente y con transparencia,
no sólo tendría la mano abierta del presidente Obama y recuperaría la
confianza de la comunidad democrática internacional en
Nicaragua. También podría
completar tranquilamente su quinquenio gubernamental,
con una oposición constructiva y con una prensa moderada y responsable, pero incondicionalmente libre e independiente.