Los niños de nadie
Por: Jorge Ortega
Las
lágrimas que puedan brotar de los ojos de las personas que hoy día
están en el gobierno al escuchar las historias
de aquellos niños que han logrado
llegar a los Estados Unidos en su búsqueda
por una forma de vida, son lágrimas de hipocresía porque esas historias se conocen desde hace
más de dos décadas, que era cuando se podía encontrar una fácil solución
al problema que hoy pareciera constreñir
el alma de algunas personas. El penoso
fenómeno de los niños emigrantes fue denunciado por Casa Alianza hace más
de 20 años, pero nunca hubo voluntad
política de parte de gobierno
alguno.
La
razón que obliga a los niños migrantes a emprender el peligroso viaje es la certeza de morir por hambre
o violencia en caso de permanecer en sus hogares destruidos por la miseria, y que mató a sus
padres o los obligó a emigrar,
es la desesperanza en un futuro prometido que nunca se cumplió.
Hacer el viaje pone en riesgo su vida,
pero hay esperanza en lograrlo, quedarse implica resignarse a morir.
En
el viaje morirán o serán esclavizados más de un 70% de los niños migrantes. Nunca llegarán a su destino
porque serán presa de buitres que los están esperando
en Guatemala o México para abusar
de ellos sexualmente, obligarlos a ingresar a organizaciones criminales que operan impunemente,
o matarlos para intimidar a los demás. Son niños indeseados en todos lados, son los niños de nadie.
Hace dos décadas
se podía corregir las condiciones que los obligaban a migrar, pero nadie
lo hizo. Comenzamos a conocer de su reclutamiento
por las maras
locales, cuando los criminales
apenas comenzaban a usar “chimbas”, ahora utilizan AK47, ahora cuentan con un mejor presupuesto y están mejor organizadas
que la policía.
El
gobierno actual desea re-potencializar la fuerza aérea, ignorando que el enemigo no está en los aires, está acá en tierra,
se encuentra en todas las ciudades, pueblos y caseríos de Honduras, nuestro enemigo es la corrupción
de los empleados públicos,
el abandono de la población,
la falta de educación, la desesperanza, el engaño del que somos objeto
cada 4 años.
No
necesitamos gastar miles de
millones de lempiras en comprar aviones, si queremos detener
las narco avionetas esperémoslas en tierra, después de todo, todo avión
que sube tiene que bajar,
y si baja en territorio hondureño puede perfectamente ser esperado por una
fuerza terrestre que es más
eficiente y más económico. Pero insistimos, el enemigo no está en el aire, está entre nosotros y es fácil de identificar.
Si toda la población los conoce y sabe dónde
están, ¿cómo es que no lo sabe
la policía?
Re-potencialicemos nuestro compromiso social apoyando a los campesinos de todas las comunidades, apoyemos a nuestros jóvenes recién egresados de los colegios y universidades, ofrezcámosles un futuro a nuestros niños, pues es
nuestra responsabilidad,
son los niños de Honduras, los niños
de todos nosotros. Dejemos de ver con indiferencia hacia los cielos, dejemos de pensar en aviones y comencemos a pensar, en serio, en nuestros niños.
neurortega@hotmail.com