La Nación
El
Nobel de Obama
Por Raúl Sohr
Mahatma Gandhi, el fundador de la república y emblema de la resistencia pasiva, fue postulado
al premio en cuatro oportunidades. Pero fue rechazado porque, según el comité, “no era un verdadero político, ni un militante de los derechos humanos y porque no actuó a favor del derecho internacional”.
Domingo 18 de octubre
de 2009 | | Opinión
Las reacciones
al Premio Nobel de la Paz otorgado
al Presidente Barack Obama son tan diversas como las
culturas del mundo.
El propio Obama y muchos, en diversos países, expresaron su sorpresa
por la distinción. A fin de cuentas,
el Mandatario lleva menos de un año en el cargo.
Con lógica
elemental no faltaron quienes
recordaron que primero hay que escribir las obras
o hacer los descubrimientos
para aspirar al galardón.
En el caso del Premio de la Paz, Alfred
Nobel, su creador e
inventor de la dinamita, marcó
una diferencia con los demás premios.
Señaló que debía ir a las manos
de la persona que hiciese
“la mayor contribución para
la fraternidad entre las naciones, para la abolición o reducción de los ejércitos y para la promoción de la paz”.
Mientras los demás premios
son otorgados por expertos en los diversos campos, como la Real Academia de Ciencias Sueca, el campeón de la paz mundial es designado
por un quinteto de políticos noruegos designados por el Parlamento del país nórdico.
En esta
oportunidad, en Oslo escogieron
a Obama por “sus extraordinarios esfuerzos por fortalecer
la diplomacia internacional
y la cooperación entre los pueblos”.
Mirado desde Europa,
Obama es un Presidente que ya ha marcado
grandes diferencias. En primer lugar está en pleno proceso
de “resetear” sus relaciones con Rusia. Con ello garantiza una sensible baja de tensiones en el viejo continente.
No son sólo
buenas intenciones. Obama renunció a la instalación
de un sistema de intercepción
de misiles que debía ubicarse en Polonia y la República Checa. Moscú reciprocó con la renuncia a desplegar misiles que apuntaran a determinados blancos europeos.
La Casa Blanca ha señalado que busca
una reducción, gradual, de armas nucleares con miras a su completa
eliminación.
También aquí ha encontrado
una buena acogida por parte de los rusos. Estos pasos son música a los oídos de los europeos, que saben que
ellos son las primeras víctimas de las tensiones Este-Oeste.
Luego están los esfuerzos de Obama por recomponer las relaciones con el mundo islámico. Su discurso
en El Cairo marca un gesto indiscutido de distensión.
Las relaciones
con los musulmanes es un asunto mucho más urgente para los europeos que para
los estadounidenses. Las mezquitas
son mucho más concurridas
en Europa, donde ha habido grandes olas migratorias de los seguidores del Corán.
El mundo árabe, en cambio, ha quedado un tanto perplejo por la otorgación del premio. Los esfuerzos de Obama por empujar a Israel a una negociación con los palestinos han resultado estériles.
Tampoco se aprecian grandes
avances en Irak pese al retiro de las tropas estadounidenses de misiones de combate callejero. En Afganistán, que
es el país que Washington ha señalado como su punto
de gravedad, las cosas van mal.
A estas alturas
es evidente que el Presidente Hamid Karzai y sus partidarios perpetraron un fraude de proporciones mayores. En algunas
localidades, la votación excede en un tercio al número de votantes inscritos.
Invariablemente la votación favorece a Karzai. Dado que la guerra
en Afganistán es ante todo un conflicto alimentado por motivaciones político religiosas, el fraude sólo puede preludiar
mayores reveses militares.
Peor
aún la violencia, como siempre se supo que sería
el caso, no ha respetado las fronteras de Pakistán. Los talibanes, con la complicidad de elementos del servicio de inteligencia paquistaní, el ISI, han lanzado
una serie de atentados suicidas en varios puntos del país.
Incluido un audaz y exitoso
ataque contra el cuartel
general del ejército. Ello, al punto que
surge dudas sobre la capacidad del país para proteger sus
armas atómicas.
En India, también
se escucharon voces disidentes ante la premiación de
Obama. Con cierta amargura recordaron que Mahatma Gandhi, el
fundador de la república y emblema de la resistencia pasiva, fue
postulado al premio en cuatro oportunidades.
Pero fue rechazado porque, según el comité, “no era un verdadero político, ni un militante de los derechos humanos y porque que no actuó a favor del derecho internacional”.
Beijing es bastante ajeno al Nobel y sólo le importa que no sea otorgado a algún
disidente.
Entre los candidatos nominados los había. En América Latina, la pauta
la dio Cuba que mantuvo una actitud
distante limitándose a señalar que es
un premio a las buenas intenciones, pero que los resultados
no eran muchos.
Paradojalmente, los propios
estadounidenses no dieron gran
importancia al honor conferido
a su Presidente.
La prensa
y muchos políticos mostraron cierto escepticismo y se diría que, en algunos casos, lo consideraron casi como una
intromisión en los asuntos internos del país. En todo caso,
Obama tiene varios años para probar
que es merecedor
al más cotizado premio internacional.