Cuba, ausente pero presente en la cumbre

 

Por Raúl Sohr

 

OJO CON EL MUNDO

 

Hoy hay una nueva generación de cubanos en Estados Unidos, Fidel Castro ya no gobierna y el embargo no cumple ninguna función útil. No hay razones valederas, de un punto de vista del realismo político, para mantener Cuba excluida de la hermandad de naciones a la que pertenece.

 

¿Qué diferencia a Cuba de China o Vietnam a los ojos de Estados Unidos? Los tres países son gobernados por partidos comunistas y definen la democracia desde una perspectiva económica y social. Lo primero y más importante para sus ideólogos es que la gente coma, tenga salud, vivienda y educación. ¿De qué les sirve la libertad si viven en la miseria y en la ignorancia? Es la pregunta de formulan desde hace décadas las diversas nomenclaturas. La democracia, desde la óptica de los llamados socialismos reales, es el derecho de las masas populares a gozar de los beneficios económicos del progreso. La dimensión política queda relegada, en aras de la armonía nacional, a una fase superior que es desconocida en todos los estados liderados por partidos comunistas. Esto significa que no existen elecciones competitivas que garanticen condiciones iguales a los participantes, no hay libertad de prensa ni de opinión. A quienes cruzan las líneas del disenso tolerado les espera el acoso, la cárcel o el exilio.

 

Pese a que los tres estados socialistas comparten estas características, reciben un trato muy diferente de parte de Washington. China y Vietnam tiene relaciones políticas plenas con Estados Unidos, ello pese a que los norteamericanos combatieron a los chinos en Corea y libraron su más larga guerra en Vietnam, donde perdieron 58 mil hombres. Lo anterior no impide un floreciente comercio con ambos países asiáticos.

 

¿Cuál es la razón entonces para que se aplique un embargo comercial a Cuba que ya dura medio siglo? En especial cuando es evidente que este bloqueo no ha logrado los objetivos buscados. El régimen cubano se ha dado maña para sobrevivir desde los ataques frontales, como la fallida invasión de Bahía Cochinos, a una infinidad de operaciones encubiertas y agresiones de diversa índole. La Habana hoy tiene un comercio normal con todos menos con Estados Unidos. ¿Ha afectado el embargo a la isla? Por supuesto que la ha dañado y la ha hecho más pobre, pero eso no bastó para provocar un cambio de régimen. Son muchos los que, por el contrario, creen que el asedio contribuyó a que la mayoría de la población cerrase filas tras el gobierno.

 

El gran problema de Cuba, en la perspectiva de las relaciones internacionales, es ser una pequeña isla y estar tan cerca de Estados Unidos. Al encontrarse en el Caribe quedaron en lo que Washington considera un mar que por derecho le pertenece. Ello en el sentido de la Doctrina Monroe que, desde 1823, postuló mantener a América Latina segura y amistosa para la presencia de Estados Unidos.

 

El descaro de cierta prensa estadounidense en la campaña para arrebatar Cuba de manos de los españoles ha entrado a los anales del periodismo. Un fotógrafo enviado a La Habana para cubrir la inminente guerra, aburrido porque ésta no comenzaba, pidió a su editor, William Hearst, que le dejara volver. Hearst le respondió así: "Por favor, quédese. Usted provea las fotos, que yo proveeré la guerra". El conflicto, en 1898, fue breve y el Presidente Theodore Roosevelt proclamó al concluir: "No fue una gran guerra, pero es la mejor que hemos tenido". La victoria le valió a Estados Unidos conseguir la ahora tristemente famosa base/penal de Guantánamo. En 1903 Washington obtuvo una concesión perpetua. Era parte del diseño por mantener al Mar Caribe bajo pleno control estadounidense.

 

Más tarde Cuba se tornó en una suerte de Las Vegas. El lugar donde turistas norteamericanos podían dar rienda suelta a sus fantasías. Al momento de la revolución, La Habana contaba con 270 burdeles inscritos, más de cien "casas especializadas" y miles de bares con damas, varones y niños para satisfacer a los visitantes. Empresarios estadounidenses controlaban 90% de las haciendas. La caída del gran regente Fulgencio Batista, respaldado por Washington, dio paso, en 1959, al régimen encabezado por Fidel Castro. La nacionalización de numerosas haciendas es la razón técnica que se argumenta para imponer el embargo, puesto que aún se exigen compensaciones. Al inscribirse Cuba en el campo socialista entró de pleno a la guerra fría, y Estados Unidos no permitió que se instalaran bases hostiles capaces, en caso de guerra, de impedir la navegación en el Golfo de México.

 

A la par, la salida y huida de cientos de miles cubanos que se instalaron en Estados Unidos fue un fenómeno que cobró vida propia. Muchos de los exiliados se convirtieron en prósperos empresarios e influyentes políticos. El estado de Florida, clave en las elecciones presidenciales, no podía ignorar el voto de los inmigrantes. El encono anticastrista de muchos de ellos era proporcional a las vejaciones que debieron sufrir antes de abandonar la isla. Así, la cuestión cubana se transformó casi en un tema de política doméstica norteamericana.

 

Hoy hay una nueva generación de cubanos en Estados Unidos, Fidel Castro ya no gobierna y el embargo no cumple ninguna función útil en cuanto a condicionar el comportamiento de La Habana. Hace mucho que terminó la guerra fría. No hay razones valederas, de un punto de vista del realismo político, para mantener Cuba excluida de la hermandad de naciones a la que pertenece.