Acusan de conspiración a un cineasta estadounidense

 

Según el gobierno venezolano, buscaba provocar una "guerra civil" tras los comicios

 

CARACAS (Para LA NACION).- La Venezuela del surrealismo mágico escribe estos días un nuevo capítulo de la revolución bolivariana, esta vez con un protagonista inesperado: Timothy Hallet Tracy, alias "El Gringo". Según el gobierno de Nicolás Maduro, el cineasta de Michigan es un peligroso conspirador que buscaba provocar una guerra civil luego de las elecciones del 14 de abril.

 

En cambio, su familia y amigos consideran tal acusación descabellada: Tracy se encuentra en el país desde hace meses grabando un documental.

 

En las calles de Caracas proliferan los puestos de películas piratas. En ellos, Argo es uno de los hits más vendidos, aunque en las últimas semanas dejó su trono ante films de estreno reciente. Ayer, las peripecias del agente de la CIA que rescató a diplomáticos estadounidenses escondidos en la embajada canadiense de Teherán volvían a promocionarse, tras conocerse la historia de "El Gringo" y de los agentes de Inteligencia Militar que lo detuvieron.

 

El general Miguel Rodríguez Torres, antiguo responsable del Servicio Bolivariano de Inteligencia Militar (Sebin), debutó en su nuevo cargo de ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz presentando a Tracy ante Venezuela y el mundo. Su primera acusación fue vincularlo con la violencia "antichavista del 15-A", el día después de las elecciones.

 

La operación Conexión Abril, liderada por el cineasta, "incluía la generación de focos de violencia hasta llegar a una guerra civil; el objetivo era generar una espiral de violencia para deslegitimar al gobierno, y por eso actuamos, para llevar la paz", señaló un muy convencido ministro, que relaciona a Tracy, de 35 años, directamente con el movimiento estudiantil. El desenlace final del plan armado por "El Gringo" sería "la intervención de una potencia extranjera en el país".

 

El militar mostró a la prensa la foto del estadounidense con los ojos tapados por una banda negra, como si fuera el peor de los delincuentes. También se exhibieron varios videos, en los que unos jóvenes hablaban de cosas irrelevantes en la habitación de un hotel.

 

"Ya está capturado «El Gringo» que financiaba a los grupos violentos y será enjuiciado aquí", se ufanó horas más tarde Maduro.

 

Tan entusiasmado se mostró el gobierno bolivariano con su detención, que ayer llenó con publicidad canales de televisión y diarios. "Develada la operación Conexión Abril", titulaban junto a las fotos del norteamericano y una copia de su pasaporte.

 

La alegría gubernamental era comprensible, dado el vendaval de acusaciones vertidas por Maduro en los meses que lleva al frente del gobierno: inoculación del cáncer al fallecido Hugo Chávez por el "enemigo del imperio" -una afirmación desmentida por la comunidad médica-, intentos de magnicidio contra el propio Maduro sin pruebas que enseñar, paramilitares colombianos que nadie encuentra, mercenarios salvadoreños que desaparecen como si nunca hubieran existido, golpes de Estado que nadie cree.

 

La detención de Tracy llegaba, por lo tanto, en el mejor momento. Hasta que surgió, desde Estados Unidos, la voz de su padre, aterrado: "No veo cómo puede ser un espía, él es sólo un observador. La última vez que hablamos le dije que era muy peligroso y me dijo que estaba haciendo lo que tenía que hacer".

 

Al momento se sumaron los amigos venezolanos, como el cineasta César Oropeza, director de Puras j oyitas: "Conozco a Tim Tracy y las acusaciones de conspiración son falsas. Él es un cineasta, no un terrorista".

 

"Ellos no tienen a un agente de la CIA en prisión, no tienen un periodista en prisión. Ellos tienen un chico con una cámara", señaló a medios de Estados Unidos, Aengus James, amigo y socio de Tracy en Hollywood, y director de American Harmony , documental en el que también participó quien hoy es señalado como un peligroso conspirador en Caracas.

 

Tracy también colaboró en UnderSiege , un programa de Discovery Channel sobre terrorismo y contrabando en la frontera de Estados Unidos y Canadá.

 

Tracy, desde su celda en Caracas, estará maldiciendo la película de Ben Affleck. Desde que Argo se estrenó, cualquier estadounidense con cámara es sospechoso. Mucho más en la Venezuela bolivariana