Trump: repunte y retroceso

 

Una encuesta dada a conocer ayer por la Universidad Quinnipiac ubica al magnate inmobiliario Donald Trump en primer lugar de las preferencias entre los aspirantes a la candidatura del Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos. Con 20 por ciento de las simpatías, Trump aventaja al gobernador de Wisconsin, Scott Walker (13 por ciento), y duplica los resultados de Jeb Bush, ex gobernador de Florida, que hace menos de un mes se encontraba a la cabeza de los ahora 17 aspirantes a la nominación republicana. El primer día de julio, una encuesta nacional realizada por CNN/ORC daba a Jeb Bush 19 por ciento de las preferencias y a Trump 13 por ciento.

 

Aunque, según la encuesta de Quinnipiac, Trump perdería las elecciones presidenciales ante la demócrata Hillary Clinton por más de 10 puntos, el ascenso de este empresario conservador resulta sorprendente considerando los escándalos en que se ha visto envuelto desde el día en que anunció su intención de competir por la candidatura. Muy significativo en este repunte de Trump es que otra encuesta de Quinnipiac lo ubica en segundo lugar de preferencias en Iowa y Nueva Hampshire, las primeras entidades donde se realizarán elecciones primarias, y por tanto claves para mantener vivas las aspiraciones de los candidatos.

 

Cabe recordar que Trump anunció su intención formal de contender por la candidatura republicana con un discurso en el que realizó un ataque xenófobo contra los migrantes mexicanos, postura que ha sostenido desde entonces. Además, dio cuenta de otros tópicos del pensamiento conservador estadunidense, como la defensa retórica del empleo a partir de la premisa de que la mala situación de muchas familias se debe a los avances económicos de otros países, o la solución violenta a los diferendos con Irán y el problema del terrorismo.

 

El hecho es que sus posibilidades dentro de las primarias republicanas han aumentado pese a los vaticinios de la mayoría de los analistas políticos y al repudio aparentemente generalizado de los medios de comunicación y la opinión pública ante sus declaraciones racistas. Por otra parte, si bien se sigue considerando remoto que el Partido Republicano le entregue la candidatura a Trump, este repunte muestra que parte importante de los ciudadanos estadunidenses siguen haciéndose eco de su discurso ignorante y agresivo, definido en los últimos años por el movimiento ultraconservador del Tea Party. Lo anterior pone en perspectiva un retroceso en términos del viraje progresista que se había venido registrando recientemente en la cultura política del vecino país, y que ha cristalizado en hechos como el arribo del propio Barack Obama a la presidencia y el cambio tenue pero perceptible en la postura de los estadunidenses en temas de política exterior, como el embargo a Cuba o la relación con Irán.

 

No puede pasarse por alto la relevancia que este fenómeno político reviste para nuestro país. Por un lado, la retórica agresiva del magnate ha incluido ya amenazas directas contra la soberanía nacional, como sin duda lo es su promesa de construir un muro fronterizo y obligar a que México pague su costo. Por otro, el largo anhelo de una solución a su estatus migratorio, mantenido por millones de mexicanos y sus descendientes que residen en Estados Unidos, se desvanecería con la llegada a la Casa Blanca de un personaje como Trump.