Captura de El Chapo: ¿impacto al narcotráfico?
Simón Vargas Aguilar*
In
principio erat verbum
En
diciembre de 2013, la Procuraduría
General de la República (PGR)
dio a conocer una lista con 69 de los 122 capos
del narcotráfico más buscados, que fueron
arrestados o abatidos durante la actual administración
del presidente Enrique Peña
Nieto, dando seguimiento a
la anterior política de detenciones
prioritarias, implementada
en el sexenio de Felipe Calderón,
donde el éxito de la estrategia de seguridad se medía con base en el número de criminales detenidos, desvinculando la inseguridad prevaleciente.
El
21 de febrero, durante la ponencia Gobernabilidad y estado de derecho como estrategia de desarrollo, en la Convención Nacional de Industriales 2014, el
secretario de Gobernación,
Miguel Ángel Osorio Chong, declaró
que de los 122 líderes de organizaciones criminales, se ha logrado detener a 74.
Pero, con la detención
de Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo, suman 75 miembros del crimen organizado capturados. Y es que El Chapo no sólo estaba en la mira de autoridades mexicanas, sino que para el gobierno
de Estados Unidos el narcotraficante era uno de los criminales más buscados, incluso la administración Obama ofrecía una recompensa de 5 millones de dólares a cambio de información que condujera a su captura.
En
este contexto, Joaquín El Chapo Guzmán era ubicado por el Departamento de Justicia de Estados Unidos como el fugitivo número W613028312, y era
buscado por violaciones a las leyes 21 USC 841 (a) (1) y 846, que
se refieren a la producción
y distribución de drogas en
la nación estadunidense. Asimismo, para la Administración para el Control de
Drogas (DEA), El Chapo estaba incluido en la lista de los más buscados, junto a Rafael Caro
Quintero y Vicente Carrillo Fuentes.
Hoy
–precisa el secretario de Gobernación– a diferencia del sexenio pasado sí se está ocupando
la inteligencia contra los delincuentes,
y los tres niveles de gobierno trabajan coordinadamente; sin embargo, la percepción
sobre la seguridad pública continúa siendo negativa, ya que, de acuerdo
con el Inegi, 57.8 por ciento de la población de 18 años y más considera
la inseguridad y la delincuencia
como el problema más importante que aqueja a su
entidad federativa.
En
diciembre de 2013, la Encuesta
Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) registró que para
68 por ciento de la población su lugar
de residencia es inseguro; 69.9 por ciento de los entrevistados calificó el desempeño de la policía como poco
efectivo o nada efectivo en
sus labores relativas a la prevención (uno de los pilares de la nueva estrategia) y combate a la delincuencia.
Por ello la detención de un capo no garantiza
el mejoramiento de la seguridad
en el país, ya que, como señala
el doctor Edgardo Buscaglia,
para dañar a una estructura criminal tan compleja como la de Sinaloa, que se ubica en 54 países del mundo, necesitas cubrir los vacíos de Estado mexicano, y de otros países donde
Sinaloa está ubicado, con unidades de investigación
patrimonial, funcionalmente autónomas,
que brillan por su ausencia
en México.
Esto, aunado a que tras la recaptura
de El Chapo la sociedad exige ver desmanteladas
las empresas legales que están
bajo su poder,
así como ver tras las
rejas a los servidores públicos, políticos y miembros de la sociedad civil que lo ayudaron a encumbrarse, “porque El Chapo Guzmán y su gente tienen
en el bolsillo a cientos de
políticos mexicanos”, explica Buscaglia, y añade que es
tiempo de que empiece a haber esas detenciones de políticos, incautaciones y decomisos de activos reales.
Durante
su traslado a Toluca, en
1993, El Chapo les dijo a
los funcionarios que lo escoltaban: ¿Cuánto dinero quieren? Tengo mucho, les doy los nombres de comandantes, de funcionarios, de gente a mi servicio. Estoy arreglado muy arriba.
Aún quedan muchas dudas, por
ejemplo, ¿cómo y bajo qué circunstancias
fue capturado en 1993? ¿Cómo logró escapar
aquel 19 de enero de 2001
del penal de máxima seguridad
de Puente Grande? ¿Quiénes facilitaron
su escape? ¿Quién le permitió alcanzar este nivel de influencia
a escala mundial?
Sin
esas respuestas, pero sobre todo
sin la reducción de la disponibilidad
de drogas, sin el combate a
los daños colaterales en las víctimas de la sociedad civil, sin la disminución
y erradicación de los delitos
asociados al narcotráfico, como el secuestro y la extorsión, así como la destrucción de las estructuras de los otros cárteles, la recaptura de El Chapo será inútil.
*Presidente de Educación y Formación con Valores AC y analista en temas de seguridad, educación y justicia
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