Hacia la soberanía de la información
En
referencia al escándalo por el espionaje que dependencias del gobierno estadunidense realizan en contra de gobiernos, instituciones, empresas y
personas de numerosos países,
el periodista Glenn Greenwald, quien
ha difundido materiales secretos obtenidos por el ex consultor Edward
Snowden –actualmente refugiado
en Rusia y perseguido por Washington–, señaló la necesidad de erradicar el predominio de Estados Unidos en la Internet y de conformar
grupos de naciones que operen vías
independientes de acceso a
la red mundial. El reportero
de The Guardian habló de la pertinencia
de que Argentina y Brasil construyan una Internet propia, lo mismo que la Unión Europea, algo que hasta
ahora sólo ha hecho China.
Como
se recordará, el pasado 1º
de septiembre la brasileña
TV Globo entregó a este diario un documento secreto de la Agencia de Seguridad Estadunidense (NSA, por sus siglas
en inglés) en el que se comprueba que esa
dependencia interceptó las comunicaciones confidenciales de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, y del jefe del Ejecutivo federal de nuestro país, Enrique Peña Nieto, cuando éste era candidato presidencial. El hecho dio pie a diversas protestas de ambos países: inexplicablemente tibias,
en el caso del nuestro, y sumamente fuertes en el de Brasil, como pudo
constatarse con el reciente
pronunciamiento de Rousseff
en la Asamblea General de las
Naciones Unidas. No es para menos,
si se considera que el espionaje perpetrado por Washington no sólo es ilegal
–y desleal, habida cuenta de que se practica contra países a los que públicamente el gobierno estadunidense llama aliados y amigos–, sino que otorga a Washington información privilegiada y lo coloca en situación de superioridad en cualquier negociación económica o diplomática y constituye de esa suerte una
severa amenaza a la seguridad nacional de las naciones víctimas
de vigilancia.
Significativamente, el jueves pasado, en un videoenlace entre Julian Assange y un grupo
de periodistas y blogueros cubanos, el fundador de Wikileaks señaló que no puede haber
autodeterminación ni sentido de nación sin soberanía de la información.
Si
se considera que las plataformas informáticas de origen estadunidense están infestadas de mecanismos de espionaje gubernamentales y privados, como demuestran los documentos obtenidos por Wikileaks
y dados a conocer en la versión
impresa de La Jornada del 3
de septiembre, los señalamientos
de Assange y de Greenwald cobran plena
significación e, incluso, urgencia.
Más aun, sin contar con actitudes entreguistas como la que caracterizó al gobierno de Felipe calderón –cuyo secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, ofreció al gobierno estadunidense toda la información de seguridad que poseían las
autoridades mexicanas–, es indudable que
la confidencialidad de los datos
gubernamentales, institucionales,
empresariales y particulares
del país se encuentra gravemente comprometida por las actividades
de espionaje del gobierno y
las grandes corporaciones informáticas del país vecino.
En
este contexto, resulta necesario y perentorio buscar y formular, en el contexto de la integración latinoamericana, plataformas propias y alternativas a las estadunidenses, como señaló Greenwald. Sería un paso necesario hacia la construcción de esa soberanía de la información sin la cual, como aseveró Assange, ya no es concebible
la autodeterminación.