La racionalidad
del poder del imperio
José Blanco
Impacta hasta los
huesos oír hablar a la cúpula del gobierno estadunidense
como gánsteres. Hablan de matar y torturar como
si hablaran de champán y canapés. To kill se conjuga
con la naturalidad de to speak o to sleep. Especialmente si se aplica al "enemigo" extranjero, el alien, el culturalmente
"otro", el no-gringo. Es el lenguaje del imperio
sanguinario. Matar al otro se dice del mismo modo que matar
a un insecto ponzoñoso.
Y la contradicción
se dice también como afirmación procaz y arrogante. Obama dice sin tropiezo:
el mundo será mejor sin Osama Bin Laden, pero nos espera un ascenso
de la guerra contra Al Qaeda.
Ha ido
quedando claro que Osama Bin Laden no era la cabeza
activa de Al Qaeda ("la base", en árabe), sino apenas
su fundador, aunque por supuesto,
la sociedad entera gringa debe ser persuadida de que en efecto era un poderoso cerebro capaz de controlar a decenas de miles de islamitas operando según las órdenes
del gran jefe, desde su cuchitril
de Abbottabad, en Pakistán. Un
cuchitril, como miles de imágenes lo han mostrado, de tabiques desnudos y paredes dañadas que ha sido llamado "millonaria mansión de Bin Laden".
"La base" son grupos de islamitas fundamentalistas que actúan por su
cuenta mediante operaciones terroristas, en una diversidad de países. Osama no era otra cosa sino la personificación
en turno de un símbolo muy propio de la idiosincrasia de una sociedad descompuesta y extremadamente heterogénea, cuyo más poderoso
lazo de unión es tener siempre
"identificado" un enemigo
externo. El símbolo, sin
valor amenazante efectivo, es asesinado a mansalva, y la nación lo festeja: patético.
Por supuesto, el gobierno estadunidense y las fuerzas políticas
imperialistas de ese país ya están a la búsqueda
de nuevos y "peligrosísimos"
enemigos de la "libertad".
Suite101.net ha editorializado: "aunque este es un gran
logro, no se puede decir que sea el fin del terrorismo, pues según los expertos,
los seguidores de Al Qaeda
son mucho peores, como advirtió el hijo del jefe de la red fundamentalista islámica en una entrevista a ABC News, unos meses atrás". Pues si es así,
vaya ganancia el asesinato de Bin Laden.
El imperio
y una buena parte de la Alianza Atlántica han alzado
la voz reclamando a toda hora democracia
y respeto a los derechos humanos en todos los rincones
del planeta; en buena hora, pero llegado
el momento y la circunstancia
el "otro" no es
persona humana, por decisión del propio imperio, y no tiene derechos de ninguna clase: es un piojo
venenoso al que hay que matar de un manotazo.
CNN ha hecho
un discurso que es la quintaesencia del "pensamiento" imperial: “En la década
después del 9/11, muchos líderes de alto rango y operadores de Al Qaeda han resultado muertos en Irak, Afganistán, Pakistán, Yemen, Somalia u otros lugares, sin embargo, estos países permanecen frágiles en el mejor de los casos y colapsados
en el peor.
“Para que
el asesinato de Osama Bin Laden se convierta en un punto de inflexión más que
una victoria pírrica, la narrativa del evento debe alejarse
de tonos retóricos sobre ‘guerra de ideas’ o ‘lucha por el alma del Islam’ hacia un llamado más neutral y universal hacia un estado de derecho global.” ¿Cuál es éste?
“Que fueran agentes
antiterrorismo estadunidenses
los que condujeran
el asesinato en el suelo soberano de un país extranjero es una
señal aún más importante. Muchos ven
el asesinato de delincuentes
como una
violación a la inmunidad soberana e incluso ‘actuar como Dios’,
un derecho que ninguna nación puede adjudicarse a sí misma. Esto es falso. Es un poderoso símbolo de nuestra evolución colectiva que perpetradores
individuales sean perseguidos por sus crímenes en lugar de que sociedades
enteras sean castigadas en guerras.
"En la década pasada, la ley internacional ha evolucionado de tal manera para justificar
este tipo de intervenciones directas, si tan sólo pudiéramos
actuar más rápidamente entre el pantano de protocolos y deliberaciones que hemos inventado. La doctrina de Responsabilidad para Proteger (R2P), ratificada en
2005 por la Asamblea
General de la ONU, inicia
un proceso para determinar si la comunidad internacional [léase Estdos Unidos
y aliados imperiales] puede ser obligada a intervenir para prevenir crímenes contra la humanidad. El principio
central detrás de estas instituciones y tratados es que la soberanía
es una responsabilidad,
no un privilegio."
Eso quiere ahora
el imperio, esfumar absolutamente la soberanía de las decisiones sobre territorio propio, y entrar y salir, matar, torturar
y hacer lo que se le venga en gana en todo el mundo no reconocido como
"civilizado" por
el imperio mismo.
El norte
de África y Medio Oriente va
volviéndose una zona aún más
compleja y conflictiva. Una corriente social profunda con una carga diversa en fuerza y alcance, de carácter democrático, se abre paso con dificultades
inmensas, desde Marruecos hasta Siria, y será ésta
la que terminará reduciendo a Al Qaeda, no las sofisticadas armas del imperio.
Al
"final", acaso los
tiranos y sus ejércitos hayan salido de la escena. Y quedarán,
de una parte, sociedades balbuciendo una democracia incipiente, y de otra la rapacidad imperial y aliados tras el petróleo.