Wikileaks y la radiografía del poder
Luis Hernández Navarro
El jueves
16 de febrero, La Jornada publicó
una nota en la que informa de las dudas de Bruce Williamson, cónsul de Estados Unidos en Monterrey, sobre la eficacia del Ejército
Mexicano en la lucha contra
el narcotráfico. “La presencia
militar –afirma en un despacho confidencial
del 29 de julio de 2009– no es
una panacea para Nuevo León.” La información añade que en el combate contra el crimen organizado existe una grave descoordinación entre el Ejército, la Procuraduría General de la República
(PGR) y la Secretaría de Seguridad Pública federal, y que las corporaciones
se encuentran infiltradas por aquellos contra los que formalmente
pelean.
Las notas
fueron un duro varapalo para
la administración de Felipe Calderón; para el gobernador de la entidad, Rodrigo Medina, y para
el ex mandatario Natividad
González Parás. Evidenciaron
el fracaso de la estrategia
antinarco, el control territorial que
en ese rico
estado tiene el cártel de Los Zetas, y la corrupción
gubernamental.
La estrategia
de contención de daños no
se hizo esperar. Varios analistas oficiosos en diversos medios de comunicación nacionales desestimaron el alcance de las revelaciones. "Ya se sabía", dijeron algunos. El gobernador Rodrigo
Medina dijo que los cables "no tenían validez". Y González Parás declaró que las
comunicaciones del ex cónsul
"no se refieren a opiniones
de él ni menos a la posición oficial (de su gobierno), sino a versiones que le refirieron algunos contactos, las cuales aseguraban la existencia de vínculos con el narcotráfico de funcionarios de
mi administración y de mis hermanos".
Días después, en entrevista con El Universal, Felipe Calderón reconoció la magnitud del golpe. “Los embajadores –respondió– o quienes generaron los cables le echaron mucha crema a sus
tacos. Siempre querían levantar sus propias
agendas ante sus propios jefes, y han
hecho mucho daño por las historias
que cuentan y que, la verdad, distorsionan. Hay muchos casos de los que
no vale la pena hablar.”
Ante un
tema que –según Roberto Rock, su entrevistador– lo exaspera, el jefe del Ejecutivo añadió: "Yo al embajador estadunidense no tengo que decirle
cuántas veces me reúno con el gabinete de seguridad nacional ni qué digo;
la verdad es que no es un asunto
de su incumbencia".
La nota
fue elaborada a partir de un archivo que contiene cerca
de 3 mil despachos redactados
por personal diplomático estadunidense, entregados a La
Jornada por Sunshine Press Productions, que preside Julian Assange, fundador
de Wikileaks. En ellos se abordan
asuntos políticos, económicos y de seguridad pública de nuestro país. Una parte
de la información contenida
en ellos es muy delicada.
Los materiales
son una especie de radiografía del poder en México,
del grado de sujeción de nuestras autoridades a los designios de Washington, del fracaso de la lucha contra el narcotráfico del presidente
Felipe Calderón, de la impunidad del sistema de procuración de justicia y de las enormes desigualdades sociales que existen
en el país. El diagnóstico que se desprende de esas radiografías sobre la salud pública de la nación es alarmante e indignante. No hay antecedente de
difusión pública de un volumen de información
tan vasto y tan grave sobre
la naturaleza de las relaciones del poder en México.
En otro país, el asunto sería un
escándalo. Aquí también lo es, pero es un
escándalo al que los grandes medios
de comunicación electrónica
hacen el vacío, confinándolo a los lectores de la prensa escrita y los usuarios
de redes sociales.
Desde el 16 de febrero han sido
publicadas intermitentemente
más informaciones provenientes de la diplomacia estadunidense que ofrecen una imagen
tan desoladora como
lamentable del poder en México. Un cable documenta cómo el entonces candidato a la Presidencia de la República,
Felipe Calderón, mantuvo un doble
discurso en materia del muro fronterizo, y adelanta a la embajada de Estados Unidos su decisión de hacer pronunciamientos críticos contra el muro "porque no puedo permitirme perder un solo voto contra AMLO", y añade que no es
su intención atizar el debate.
Inmediatamente después de las elecciones presidenciales de 2006, Tony Garza, embajador
de Estados Unidos en
México, describió la circunstancia
de Felipe Calderón "en la mayor situación de debilidad política" Y añade, en una actitud
claramente intervencionista:
"corremos el riesgo de
que los asuntos
de mayor importancia para nosotros se estanquen, a menos que podamos
enviar una enérgica señal de apoyo para que
el futuro mandatario logre imponer su
agenda".
La Jornada es unos de los
seis medios impresos en el mundo a los que Wikileaks ha proporcionado archivos, en lo que puede considerarse
la mayor filtración de información
política trascendente en la
historia del periodismo. Los otros cinco son The Guardian, Le Monde, Der Spiegel, The New York
Times y El País.
El conjunto
de materiales filtrados por Wikileaks tiene unas 300 millones de palabras. La Biblia tiene unas 780 mil palabras. Manejar un volumen de información
de esta magnitud, buscarla, ordenarla, ponerla en contexto, encontrar historias atractivas y pertinentes, es un reto muy
grande. Por principio de cuentas, es una demostración
de que quienes aseguraron que con las redes sociales
el periodismo ha dejado de tener razón de ser están profundamente equivocados. Sólo el periodismo puede darle sentido a una información tan extensa y compleja.
Los papeles
sobre México filtrados por Wikileaks, y editados y publicados por La Jornada, ofrecen una imagen
del país y de su presidente demoledora.
Muestran que las advertencias sobre la pérdida de la soberanía nacional hechas por los
críticos más apocalípticos no son exageraciones.
Y recuerdan que la lucha por la liberación
nacional no es nostalgia de
nacionalistas trasnochados,
sino una necesidad a la orden del día.