Israel: salvajismo
tolerado
El cruento asalto
emprendido antenoche por militares israelíes contra una flotilla de seis
embarcaciones que se proponía llevar ayuda humanitaria a la cercada población
de Gaza –que dejó un saldo de 19 activistas muertos y decenas de heridos– es
consecuencia de los inaceptables márgenes de impunidad que Estados Unidos y
Europa occidental han otorgado al régimen de Tel Aviv para que cometa toda
suerte de crímenes de guerra, atropellos y violaciones a los derechos humanos,
no sólo contra los palestinos, prisioneros en su propia tierra, sino también
contra cualquier expresión de solidaridad para con ese infortunado pueblo. Los
gobernantes israelíes saben que pueden cometer cualquier delito, en cualquier
lugar del mundo, sin que ello les acarree consecuencias negativas.
Tal es la
circunstancia en la que se produjo la agresión, en aguas internacionales del
Mediterráneo, contra la Flotilla de la Libertad, en las que viajaban unos 700
integrantes de organizaciones humanitarias de varias nacionalidades –turcos,
principalmente– y que transportaba cerca de 10 mil toneladas de ayuda
humanitaria (alimentos, medicinas, material educativo y de construcción) a la
franja de Gaza, la cual padece un despiadado bloqueo por parte de Tel Aviv.
Como es su costumbre,
la propaganda oficial israelí presentó a los agredidos como agresores y los
acusó de haber "atacado, golpeado y apuñalado" a los efectivos
castrenses que tomaron por asalto las embarcaciones y dispararon
indiscriminadamente contra quienes se encontraban en ellas.
Tales falsificaciones
propagandísticas muestran claramente que el ataque contra las embarcaciones
humanitarias no fue un caso aislado de descontrol, sino consecuencia de una
decisión de Estado a la que no se le puede ver más propósito que descarrilar
los esfuerzos diplomáticos que venían realizándose con miras a aliviar, así
fuera en una mínima medida, la ocupación depredadora en Cisjordania y el cerco
israelí contra Gaza, cuya población ha venido padeciendo actos de genocidio que
evocan, de manera inevitable, la circunstancia terrible de los judíos que
fueron hacinados y masacrados por los nazis en el gueto de Varsovia.
En esta perspectiva,
las balas que segaron la vida de más de una decena de activistas pro palestinos
habrían ido dirigidas en última instancia, y en forma por demás certera, contra
la política hacia Medio Oriente emprendida por la administración de Barack
Obama.
La indignación
mundial generada por la agresión contra la Flotilla de la Libertad,
caracterizada por gobiernos y organizaciones sociales como un acto de
terrorismo de Estado, no basta, sin embargo, para poner un alto a la impunidad
con la que se ha conducido desde siempre el gobierno israelí. Las
manifestaciones y las muestras de repudio contra las acciones criminales de ese
régimen parecen haber generado un umbral de tolerancia que permite a Tel Aviv
proseguir con sus crímenes de guerra, incluso en medio del rechazo planetario.
Este fenómeno hace
necesario redirigir los esfuerzos sociales de solidaridad hacia los palestinos
y reformularlos en exigencias concretas dirigidas a los gobiernos de Estados
Unidos y Europa occidental: las notas diplomáticas deben ser remplazadas por
sanciones políticas y económicas concretas, así como por acciones judiciales
orientadas a llevar a los gobernantes de Israel a las instancias
internacionales de justicia. Cabe recordar, en este punto, la doble vara que ha
caracterizado la conducta de las naciones ricas de occidente, las cuales
arrasaron a Irak y a Serbia, y sometieron a juicio a sus ex gobernantes, por
atrocidades no muy distintas de las que Israel ha cometido en la Palestina
ocupada y en otras partes del mundo.
Si Washington y la
Unión Europea permiten que quede impune la agresión criminal, perpetrada en
aguas internacionales, contra las embarcaciones civiles que se dirigían a Gaza
en una misión humanitaria, anularán con ello sus discursos a favor de la
legalidad internacional, los derechos humanos y la justicia, y el mundo
avanzará no hacia la civilización, sino hacia el salvajismo.