¡A sacar las
bases yanquis!
Ángel
Guerra Cabrera
Estados Unidos y las derechas locales han sufrido
grandes derrotas políticas en América Latina en la
última década y ello explica que
las elites de Washington hayan
decidido privilegiar la política de fuerza en la región. Acuden al único recurso
en que Estados Unidos conserva abrumadora superioridad no importa si para
ello tienen que renunciar al cosmético lavado de imagen ensayado por Barack Obama en la cumbre de
Puerto España. Esto es lo que hay detrás
del restablecimiento de la IV Flota,
de la decisión de instalar
bases militares en Colombia, y también,
del extraño golpe de Estado
en Honduras.
Al hablar
de bases nos referimos a un
entramado de instalaciones más o menos formales
desplegadas desde territorio continental de Estados
Unidos pasando por Puerto Rico, América Central
y Antillas Holandesas hasta Colombia –e incluso hasta Paraguay–, con misiones de espionaje electrónico y satelital así como
recepción y reabastecimiento
de aeronaves de combate o destinadas al transporte de fuerzas expedicionarias de reacción rápida. En suma, toda una
red de posiciones más o menos formales para el control territorial de América
Latina y sus recursos naturales y el apoyo a las operaciones subversivas de la CIA. Su primer objetivo:
destruir la revolución bolivariana y apoderarse de las descomunales reservas de energéticos de
Venezuela.
Lo nuevo
no es el uso de la fuerza, que Estados
Unidos ha empleado sistemáticamente en sus planes desestabilizadores contra los procesos
revolucionarios en Venezuela, Bolivia y Ecuador, como lo ha hecho desde hace medio
siglo contra Cuba, además
del cruel bloqueo. La novedad
es el retorno a un énfasis en lo militar no visto en América Latina desde la década de los años 80 cuando se produjeron las invasiones de Granada y
Panamá que ya coloca la presidencia de Obama por sobre la de Bush en lo que concierne a la militarización de la región.
La larga
serie de victorias políticas –electorales y no electorales– de los movimientos y
gobiernos populares y progresistas de la región, sus avances en la trasformación social y, sobre todo, en la unidad e integración continental con el surgimiento
de la Alba, la Unasur, Petrocaribe,
el Banco del Sur y Telesur,
así como la capacidad mostrada por los gobiernos de la región para enfrentar
al margen (o en contra) del dictado
imperial asuntos como la agresión yanqui-uribista a
Ecuador o el intento de golpe
de Estado separatista contra Evo
Morales configuran una inédita situación de grave retroceso de la hegemonía estadunidense en la región. Ello parece haber arrastrado a los grupos dominantes de Estados Unidos a la conclusión de que tienen perdida la batalla política por las masas
de América Latina y no les queda
otra salida que apoyarse en la fuerza de los (pocos) estados aliados o, en última instancia, la de sus propias armas.
Pero lo que demuestra
esta actitud no es la fortaleza
del imperio y las derechas locales sino su debilidad. Carentes de argumentos,
desde el caracazo y el levantamiento indígena de Chiapas
se evidenció su incapacidad para ganar la batalla ideológica y política por América Latina. A ello hay que sumar
el descalabro de la nueva política de dominación mundial lanzada el 11 de septiembre de 2003 con las
debacles militares en Irak
y Afganistán, la derrota israelí a manos de Hezbollah en Líbano y el terrible contragolpe ruso en el Cáucaso a la arremetida georgiana montada por Estados
Unidos e Israel. Como colofón, la crisis financiera capitalista y sus terribles efectos socioeconómicos. Todos estos factores han desmoralizado
a la derecha y profundizado
su derrota ideológica y política pero están muy
lejos de haber provocado su rendición
o parálisis, como lo demuestran los hechos citados al principio de esta
nota.
Por ello es
fundamental para la independencia
de América Latina ganar con
las masas en la calle la batalla por convertirla en zona de paz.
En lugar de unas cuantas bases de guerra crear miles de "bases de paz"
a lo largo de nuestra América. Es muy simbólico que la primera convocatoria por la paz fuera
una rotunda respuesta
popular al patético "día
contra Chávez" a que estaban
convocando para el 4 de septiembre sectores de derecha de Colombia y Miami con CNN como
amplificador. Inspirándose
en el ejemplo de Puerto Rico, que
sacó a la marina yanqui de Vieques, América Latina no debe descansar mientras quede una base militar de Estados Unidos en su territorio.
aguerra_123@yahoo.com.mx