George W. Bush entregó su
octavo y último informe presidencial. Sorprendió el número de interrupciones por aplausos durante el discurso. Y es que Bush parecía
un buen orador,
capaz de hilar ideas y concluir una oración.
No cabe duda, la tecnología hace milagros: el tele-prompter
permite dar esa impresión. Pero desgraciadamente todavía no proporciona subtítulos en español.
Honorable Congreso de la Unión:
Éste es mi último informe
Esta elite financiera-corporativa
es mi base electoral. Son pocos,
pero tienen toda la plata
Una prueba es que estoy
enviando al Congreso un paquete de estímulos
fiscales por 150 mil millones de dólares.
Hay quien se pregunta, ¿qué pasa en la guerra contra el terrorismo? Déjenme informarles de nuestros logros. Comencemos con Afganistán. Ese país ha recuperado su lugar en la economía globalizada y hoy, gracias a sus ventajas comparativas, es el primer productor de opio en el mundo. Además, ahora los talibanes son más populares que cuando estaban en el poder. La frontera con Pakistán es cada vez más inestable y eso nos da la excusa perfecta para perpetuarnos en esa región.
En Irak estamos ganando la guerra. Y cuando no, estamos ganando tiempo. Nuestras bajas se han reducido por nuestra estrategia: hemos comprado las tribus sunitas que antes nos atacaban, convirtiéndolas en milicias a nuestro servicio. Algunos piensan que esa estrategia puede desembocar en un gran baño de sangre. Cierto, es una bomba de tiempo, pero para cuando explote ya habremos logrado nuestro objetivo.
¿Otros logros? No más fíjense en todos los demócratas que están aquí reunidos esta noche. Ya se les quitó la comezón por imponerle al Pentágono un calendario para retirarnos de Irak. Hoy todos ellos entonan la misma canción sobre la guerra en ese país: hay que lograr la victoria con honor y decoro.
A raíz de los arteros ataques contra el World
Trade Center y el Pentágono, nos
alzamos
Es cierto que el talento de muchos científicos e ingenieros estadunidenses independientes ha demostrado que la versión oficial tiene más agujeros
que una coladera.
Pero me iré tranquilo a la noche de la historia porque nadie les va
a creer. Nuestras mentiras sobre el 9/11 están blindadas: si alguno las
critica, de inmediato la gente le preguntará si realmente piensa
que hubo una conspiración desde el poder. Y
Hay otro motivo de orgullo esta noche. Juntos, el Congreso y el Ejecutivo hemos logrado imponer un nuevo récord. La marca de interrupciones por aplausos en informes presidenciales la tenía Díaz Ordaz desde 1966. Hoy hemos podido romper esa barrera. Los aplausos que he recibido son testimonio claro de la decadencia de la clase política de este gran país.