El asesinato
en la zotehuela de EU
José
Contreras
Este viernes,
a la hora en que empiece a amanecer, se habrán multiplicado las voces de legisladores,
integrantes de organizaciones
sociales y de otros sectores de la sociedad que exigen que
el agente de la patrulla fronteriza que asesinó al joven mexicano en nuestro territorio sea extraditado y juzgado aquí.
Pero el ruido ensordecedor de la algarabía en
el Estadio Soccer City, en donde
se jugará el partido
inaugural del Mundial de Futbol de Sudáfrica, no permitirá ni al presidente Felipe Calderón ni a la secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia
Espinosa, escuchar esas voces que claman
justicia.
De acuerdo
con un reporte del Servicio
Médico Forense de
Chihuahua, el joven de 15 años
de edad, Sergio Adrián
Hernández Güereca, fue asesinado por disparos
que le hicieron “de cerca” con un arma de fuego de calibre 40.
Hay diversos
testimonios que coinciden en que el agente de la patrulla fronteriza rebasó aproximadamente 20 metros la línea
divisoria y ya dentro de territorio mexicano, disparó a quemarropa en contra del menor.
La respuesta
de la Cancillería a esta agresión ha sido débil y sumisa,
pues hasta el momento no ha pasado de la condena del asesinato y del envío de una nota diplomática en la que exige “una investigación
expedita”.
La Cancillería
respondió al asesinato del joven Sergio Adrián en forma protocolaria, mediante un formato o machote que también hubiera
servido para condenar otro tipo
de violación a las garantías individuales de menor trascendencia.
La SRE
no debe exigir al gobierno de Estados Unidos una investigación,
pues el crimen se cometió en territorio mexicano, que, por la sumisión del gobierno federal, está a punto de convertirse ya no en el traspatio, sino en la zotehuela de Estados Unidos.
Debido a que el asesinato ocurrió en zona federal, la PGR realizará la investigación del homicidio de Sergio Adrián
Hernández.
Al seguir
los procedimientos ordinarios
de toda averiguación previa, la PGR deberá concluir con la identificación del o los presuntos
responsables y la solicitud
de una orden de aprehensión a un juez.
Si el o los presuntos responsables se encuentran en otro país, entonces la PGR debe solicitar,
a través de la Cancillería,
la extradición correspondiente.
La PGR
no tiene opción. Está obligada a concluir con la averiguación previa –una vez
que reciba el desglose de la Procuraduría de
Chihuahua- y el Código Federal de Procedimientos
Penales la obliga a solicitar la extradición de un presunto delincuente que se encuentre en otro país.
La exigencia
de que el agente fronterizo que mató a Sergio Adrián sea extraditado no es producto de un exacerbado fervor patriótico derivado del Mundial
de Futbol, ni del año de los centenarios.
Esa exigencia nace de la necesidad de que el Estado mexicano promueva una muy
elemental justicia en el asesinato
a quemarropa de un connacional
en nuestro territorio.
Cuando en marzo de este año tres
estadunidenses ligados al consulado de Estados Unidos en Ciudad Juárez fueron asesinados, el gobierno de aquel país reaccionó de manera virulenta con declaraciones que hablaban de una “cacería” en contra de los asesinos
y de “regresar el imperio de
la ley” a México.
Y enviaron
a nuestro país a decenas de agentes de 7 corporaciones policiacas para investigar en nuestro territorio el asesinato de sus connacionales.
Sería demasiado pedir que el Estado mexicano actúe de la misma manera, pero
sí podemos exigirle que con base en nuestras leyes y con base en el Tratado de Extradición México-Estados Unidos, solicite la extradición del agente que mató
al joven Sergio Adrián, cuya identidad –del agente, claro- ni siquiera conocemos