Calderón en Washington: garantizar la gobernabilidad
Víctor Beltri*
La trágica muerte de Francisco
Blake, en noviembre de 2011, obligó
a que la cumbre trilateral
entre México, Estados Unidos, y Canadá, que debía llevarse a cabo en Honolulú, tuviera que ser postergada sin una fecha definida. Tras algunas negociaciones,
se realizará finalmente el día de hoy, dos de abril, en Washington.
Al margen de la agenda oficial, que en aquel momento incluía temas de seguridad, cuestiones comerciales y los preparativos para la Cumbre de
las Américas, es comprensible
que existieran temas más delicados que serían tratados por los tres mandatarios,
y que respondieran a la coyuntura
de las elecciones en México
y Estados Unidos. En nuestro caso, en concreto, en aquel momento los candidatos presidenciales de los tres partidos no estaban definidos, y las campañas se antojaban todavía
lejanas.
La agenda para la reunión trilateral no ha cambiado en lo esencial. La Cumbre de los Líderes de América del Norte tiene
previsto tratar “temas de cooperación entre Estados Unidos, Canadá y México, con énfasis particular en el crecimiento económico y competitividad, seguridad ciudadana, energía y cambio climático”, de acuerdo al comunicado emitido por la Casa Blanca. Sin
embargo, las circunstancias particulares
han cambiado.
La reunión tiene lugar
justo cuando las campañas presidenciales están iniciando, en un escenario en el que el puntero en las encuestas rebasa ampliamente a sus tres contendientes. El presidente Calderón tiene prohibido hacer declaraciones que puedan ser interpretadas
en el marco de las campañas,
aunque es de esperarse que aproveche la ocasión para resaltar los logros de su gobierno en la relación con quienes más que vecinos son socios estratégicos. Y es, precisamente,
esta relación estratégica la que debe de atenderse con el mismo cuidado que ha sido tomado hasta el momento por la Cancillería.
La prioridad de la administración de
Felipe Calderón debe de ser garantizar la gobernabilidad, no sólo en las campañas sino en la elección misma y en el periodo posterior, para que la transición
entre gobiernos pueda darse
con la tersura y certidumbre
que tanto la ciudadanía nacional como la región entera requiere. Este debe de ser uno
de los temas centrales en las reuniones
bilaterales, por las repercusiones que la pérdida de
control institucional tendría
no sólo en nuestro país, sino en las economías de
los otros dos países, especialmente cuando corren tiempos convulsos a nivel
internacional.
La Cumbre de los Líderes de América del Norte
es una ocasión excepcional para ofrecer la certidumbre necesaria a nuestros socios estratégicos, pero es una labor que también
tiene que realizarse de cara a la ciudadanía. Y esta no es una responsabilidad exclusiva del titular del
Ejecutivo. La gobernabilidad
del país es una responsabilidad de todos los actores políticos, incluyendo a la sociedad civil, y es una condición sine qua non para la viabilidad
del país.
Por esta razón es no sólo importante, sino urgente, que los partidos
políticos se pronuncien y comprometan a acciones concretas que abonen a la gobernabilidad y a la fortaleza
de las instituciones. El golpeteo
constante a los candidatos, que comienza
en redes sociales y trasciende
a los medios convencionales,
es una práctica que no hace sino contribuir a la polarización y a fomentar el encono que tanto daño causó hace
seis años y no tuvo sino consecuencias negativas. La invasión a la privacidad de las conversaciones telefónicas, y su divulgación en medios poco escrupulosos, puede tener efectos
electorales a corto plazo, pero las repercusiones a largo plazo son
terribles al convertir una conducta
eminentemente delictiva en
el común denominador de la competencia. La falta de respeto a los resultados de los comicios, en tanto no sean favorables a los propios intereses, es una amenaza que desde este momento se comienza a advertir, cuando algunos candidatos hablan de manipulación de las encuestas y procesos viciados de origen.
Las prácticas electorales desarrolladas por prácticamente todos los partidos no hacen sino acusar un cortoplacismo preocupante, porque atentan
contra la gobernabilidad de la nación,
minan los procesos democráticos, y detonan la falta de confianza en el proyecto de nación a largo plazo. Esto, sin contar la amenaza que representa el crimen organizado para una elección que no necesita más elementos para verse enrarecida. El inmenso poder corruptor, así como el desparpajo
en el uso de la violencia,
de las mafias que no dudan en tomar
cualquier acción para proteger sus intereses, es un elemento externo que debe de ser tomado
en consideración y enfrentado
por los actores políticos, informando a la población de las acciones concretas para evitar la intromisión física y económica de quienes no buscan sino la erosión de las instituciones.
El nombre del juego, en estos
momentos, es la gobernabilidad.
Por el bien de México y por el de la región en su conjunto. Esa debe de ser la apuesta de Calderón, y la piedra angular del discurso
ante sus pares en la reunión que mantendrá
con Harper y Obama. Esa debe
de ser, también, la prioridad de los contendientes y
la sociedad civil entera de cara
al proceso electoral que culminará en poco menos de tres meses. No nos podemos dar el lujo de caer en la fácil tentación de ganar, a como dé lugar, el corto plazo, sin entender que comprometemos el futuro y la viabilidad de un país que de otra manera perdería, de nuevo, el tren del desarrollo y la consolidación de la democracia.
*Analista político
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