Víctor Beltri*
Es una práctica común
entre los cuerpos diplomáticos
la preparación de “temas de
conversación” con vista a las
reuniones entre funcionarios
y personalidades. Es perfectamente lógico: las visitas
suelen ser tan cortas que el tiempo debe
aprovecharse de la mejor manera, y enfocarse en los asuntos más relevantes
para la relación, sea
bilateral o multilateral.
Así, lo más seguro
es que los diplomáticos norteamericanos hayan preparado con anticipación —y a consciencia—
los temas a tratar en la reunión que Joe Biden sostendrá el día de hoy con nuestros precandidatos presidenciales, López Obrador, Peña Nieto y Vázquez Mota. Es, sin embargo, interesante pensar en que algún tema
se les haya escapado, y hacer una sugerencia:
pregúnteles. Ask them, Mr. Biden.
Pregunte, primero que nada, si están
conscientes de la necesidad
de garantizar la gobernabilidad,
tanto en el periodo de las campañas como en el inmediatamente
posterior. En un escenario como el que vivimos
actualmente, en el que uno de los contendientes tiene una ventaja
tan grande, la tentación de
acortar esa distancia a como dé lugar es
enorme. Las campañas negras, en forma de rumores,
trending topics o a través de la judicialización
de la política, pueden llevar a la sociedad a un estado de crispación
verdaderamente peligroso. ¿Estarían dispuestos a renunciar a la guerra de lodo, por la estabilidad
del país?
Pregunte, por favor, si se comprometen a respetar el resultado de la elección, sobre todo si
no les es favorable. La incertidumbre crea nerviosismo en la población; el encono entre los seguidores de unos y otros se incrementa; la confianza en la economía puede perderse en un instante. En el juego de la democracia no hay ni ganadores
ni perdedores absolutos, y eso parece que no lo comprenden. Pregunte, también, si estarían
dispuestos a gobernar con
la oposición, si integrarían a sus programas de gobierno algunas de las políticas públicas positivas de sus contrincantes.
Pregunte qué piensan hacer para desarrollar
la economía. Cómo dejar de ser dependientes del petróleo. De las
remesas. Cómo crearán empleos, y darán nueva vida
a los pueblos que poco a poco se quedan vacíos o en manos del crimen organizado.
Pregunte cómo lograrán sortear
la crisis europea, cómo transformarán a México para garantizar su viabilidad
a futuro. A nosotros
nos han
dado respuestas campechanas
y llenas de buenos deseos: por el bien de la exitosa relación comercial que mantienen ambos países es imperativo
que sus propuestas
sean realistas y concretas.
Pregunte cómo enfrentarán
al crimen organizado, aún a pesar de la negativa de su propio gobierno para frenar la venta de armas de grueso calibre. ¿Cuál es su visión
sobre el problema de las drogas, y cuál
será su manera
de reducir la violencia?
Son dos cosas diferentes
y que, hasta la fecha, hemos tratado
de arreglar solamente a balazos. ¿Atacarían
la cadena de suministro?
¿Las finanzas de los delincuentes? ¿Las empresas
que vuelven a integrar los fondos
ilícitos a la economía
formal? Pregunte cómo van a
devolver la tranquilidad a una sociedad que
necesita volver a creer en sí misma,
y que ha recibido, hasta ahora, evasivas.
Pregunte si están
comprometidos con la legalidad.
Si están dispuestos a aplicar la ley
de manera estricta, pero con un sentido de justicia. Si están conscientes de que la única manera de fortalecer las instituciones es cumpliendo con el marco
legal, sin que nadie tenga prerrogativa alguna. Porque en México parece, Mr. Biden, que burlar la ley es
la norma antes que la excepción.
Pregunte también a los precandidatos
si están dispuestos a ser ejemplares y exigir lo mismo de sus correligionarios. Hoy en día la política mexicana se aleja cada vez
más de los ciudadanos, y parece más estar
formada por grupúsculos que se reparten el botín de la administración pública, en vez de tener una
voluntad genuina de servicio. La transparencia y la rendición de cuentas no son sino buenos deseos
en un país en el que los asuntos espinosos se archivan por doce años
y los funcionarios corruptos
son premiados con nuevas posiciones. Pregunte, de una vez, cómo es posible
que respalden candidaturas plurinominales de individuos al menos dudosos. Que le cuenten quién es
cada uno de los futuros legisladores y el origen de la fortuna
de muchos de ellos. Deslice las palabras
“ligas”, “quesos”, o “dinosaurios”, a ver qué cara
ponen.
Pregunte, por favor, si están dispuestos a reformar el Estado y las instituciones políticas. Si están dispuestos a terminar con el monopolio de los sindicatos que frenan el desarrollo
y la educación de nuestros hijos. Si van a reformar el sistema de impartición de justicia, el sistema laboral o el impositivo. Y si le dicen que sí,
pregunte de nuevo, le rogamos, por qué
no lo han hecho cuando han
podido.
La relación
entre México y Estados Unidos
pasa por un
momento de cordialidad y entendimiento, gracias en buena medida a los esfuerzos de nuestra discreta pero eficaz cancillería.
Tal vez le interese
preguntar, también, cuál es la visión
de cada uno de ellos para el futuro
de las dos naciones, en términos de cooperación y de fortalecimiento mutuo. La frontera que compartimos
es, al mismo tiempo, nexo y fuente de una cultura
nueva y dinámica. ¿Cómo desmitificarán
el supuesto peligro que lleva a sus
compatriotas a levantar muros absurdos? ¿Cómo mejorarán
la relación bilateral?
So, please ask them, Mr.
Biden. Ojalá que le contesten: a nosotros sólo nos llenan
de spots.
*Analista político
contacto@victorbeltri.com
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