El asesinato
de Obama
Francisco Martín
Moreno
22-Feb-2008
John y Robert Kennedy, Luther
King, Malcom X, entre otros tantos líderes
políticos, trataron de promover el cambio en Estados Unidos y los cuatro fueron
abatidos a balazos por una u otra
razón.
Francisco Martín
Moreno
Cuando Barack Hussein Obama expresó públicamente
su deseo de contender como el próximo
inquilino de la Casa Blanca, en un principio, debo confesarlo, no le concedí la menor oportunidad de conquistar la meta que se había propuesto fundamentalmente por ser un ilustre desconocido y además por ser un hombre de color
en un país caracterizado por la discriminación racial. Al analizar su carrera
y constatar que había sido electo
senador por el Estado de Illinois con 70% de los
votos, y que había promovido en el Congreso un control de armas convencionales, una ley para impedir
fraudes electorales, otra con el fin de disminuir el calentamiento atmosférico y una más para
impedir el terrorismo
nuclear, advertí en ese brillante legislador el perfil de un político atrevido que abordaba
asuntos complejos en un país sorprendentemente militarizado, conservador y religioso. Obama está a favor de la conclusión
de la guerra de Irak.
Se percata de las
mentiras y de los abusos. Los denuncia
valientemente. Un peligro…
Mi suspicacia en torno a Obama se funda en que, a pesar de ser un extraordinario líder demócrata, un notable promotor del cambio en EU, una nación que
en apariencia ya no desea amanecer con la noticia de un nuevo bombardeo perpetrado en otro país en razón
de la sevicia de Bush, pues
bien, aun cuando pudiera ganar la nominación de su partido, derrotar
posteriormente en noviembre
al propio McCain y salir electo como el próximo presidente de Estados Unidos, pudiera ser brutalmente asesinado, como lo fueron, en su momento,
Martin Luther King y Malcom X. A McCain no existe razón alguna
para matarlo ni por su color ni por
su trayectoria política ni por
su nombre y apellido, imposibles de asociar con los musulmanes que tantos prejuicios despiertan en la Unión Americana después del 11-S…
Martin Luther King era un
indudable líder político en EU, más aún cuando se le concedió el premio Nobel de la
Paz en 1964 a raíz de sus esfuerzos por conquistar
elementales derechos políticos para la gente de color en su país. Su ejemplo
cundió por todo el mundo. Luther King
se proponía —una vergüenza cuando la humanidad ya se encontraba en la segunda mitad del siglo XX— que las personas de color no deberían ser segregadas socialmente ni se debería impedir el matrimonio entre negros y blancos ni era posible consentir que las
personas de color tuvieran que
estar separadas de los blancos en tiendas, restaurantes, hospitales, autobuses y trenes, ni era admisible que los niños
negros, por esa razón, se vieran
obligados a asistir a escuelas especiales ni, finalmente, podía tolerarse que los negros
carecieran del derecho de votar en los estados
sureños, salvo que supieran leer y escribir. Él cambió esa patética
realidad. Creó un mundo nuevo.
Ejecutó su sueño…
La vida de Luther
King fue segada en abril de 1968 para que quedara claro
que, en EU, determinados sectores de la población no estaban de acuerdo en aceptar la igualdad entre negros y blancos, para ya
ni hablar de las posibilidades de que un hombre de color tuviera acceso a la Casa Blanca…
Otra prueba más
del rechazo de determinados
sectores estadunidenses a
la penetración negra en su país quedó
demostrada cuando Malcom X, también un hombre de
color, este sí ministro musulmán, luchador incansable por la unidad afroamericana,
fue asesinado en 1965, igualmente en EU.
En un país, en donde el Ku Klux Klan todavía demanda, en nuestros días, la supremacía de los blancos, el antisemitismo, el anticatolicismo,
el racismo y la homofobia;
en un país en el que se tuvo que llegar
a una guerra de secesión para acabar
con la esclavitud, mucho después
que en México, y restablecer
así la igualdad racial indiscutible entre los seres humanos;
en un país en el que los grandes líderes
de color han sido villanamente asesinados, es muy difícil
aceptar que Obama pudiera llegar
a la Casa Blanca muy a pesar
de haber ganado las elecciones. John Kennedy,
Robert Kennedy, Luther King, Malcom X, entre otros tantos
líderes políticos más, trataron de promover el cambio en Estados Unidos y los cuatro fueron
abatidos a balazos por una u otra
razón, porque el carácter ultraconservador de ciertos sectores estadunidenses no permitía establecer los principios de igualdad entre los hombres, decisión incuestionable que favorecería el acceso de un negro a la presidencia
de Estados Unidos. La historia nos demuestra
que esta situación sería inaceptable. En caso de desaparecer violentamente, Obama le dejaría el camino pavimentado a McCain para llegar a la Casa Blanca, con
lo cual México y el resto del mundo tendríamos
otros cuatro años más de pesadilla
republicana.
Las asambleas demócratas de EU tomarán la decisión final en relación con
Hillary u Obama: tendrán que escoger entre
una mujer y un hombre de color, en ambos casos,
no existen precedentes en
la historia política de Estados Unidos. De ganar Obama puede
perder la vida… ¿Hillary debería, llegado el caso, aceptar el ticket para la vicepresidencia..?
fmartinmoreno@yahoo.com
En caso de desaparecer violentamente, Barack le dejaría el camino pavimentado a McCain, con
lo cual México y el resto del mundo tendríamos
otros cuatro años más de pesadilla
republicana.