¿Dónde quedó la dignidad CNN?
05-mayo-2014
Creo que a nadie le hubiera gustado estar el pasado sábado en los zapatos de Wolf Blitzer, uno de
los principales conductores
de la cadena CNN, durante
la habitual cena de corresponsales
de la Casa Blanca.
Su
expresión de trágame tierra, mientras muchos reían a su alrededor, dieron
la medida de su humillante lapidación pública a la hora de los postres.
Primero, a manos del presidente Barack Obama quien deslizó, sarcástico, que si viajó
a Malasia la semana pasada lo hizo en parte para atraer la atención de una cadena de noticias como CNN que lleva
dos meses tratando de encontrar los restos del vuelo de Malaysian Airlines 370 en aguas
del Océano Indico.
Y
, luego, el cruel remate
del comediante Joe McHale, cuándo
éste sugirió que, al parecer, los periodistas de la CNN seguían buscando, pero ya no los restos del Boeing 777 y
sus 239 pasajeros, sino su dignidad.
¿Han
visto las noticias estos días?. Pero no las de CNN porque esas no son noticias, soltó, sin piedad, McHale.
Tras esta revolcada, no fue de extrañar que Blitzer comentara al despedirse del evento que la actuación
de Joe McHale había bordado
los límites de lo permitido
para la sensibilidad de una cadena de noticias
acostumbrada a criticar, pero no a ser criticada.
Aunque la cena de corresponsales de la Casa Blanca se ha convertido
en el momento ideal para que el presidente devuelva cada año,
los dardos y puñaladas recibidos cotidianamente de forma
justa o gratuita de los medios, lo cierto es que en esta
ocasión la critica a la cadena CNN fue despiadada, aunque en ningún sentido inmerecida.
Y,
además, aplaudida por un gremio que
ha contemplado entre contrito
e indignado la decadencia
de una cadena de noticias que ha decidido echar mano del sensacionalismo más barato para
evitar su continuo descenso en los niveles de audiencia.
La
política informativa de una cadena de noticias,
que nació a mediados de los 80 para cambiar para siempre
el negocio de los informativos
con ciclos de 24 horas, se
ha convertido en motivo de vergüenza y escarnio.
La
idea que nació en 1985 de
la mano de Ted Turner, un visionario
que hizo realidad el concepto de la aldea global que acuñó Marshall MacLuhan y que impulsaron periodistas de enorme prestigio como Bernard Shaw, John
Holliman y Peter Arnet (por
cierto los primeros en transmitir el inicio de una guerra en directo
desde Bagdad en enero de
1991), naufraga hoy entre
el amarillismo y el desprestigio.
La
imagen de Wolf Blitzer, con la continua leyenda de breaking news para narrar el último episodio de una odisea por entregas,
ha sido comparado con el fútil empeño del paramédico para resucitar a un paciente que lleva varias
horas muerto.
El
ciclo informativo de la CNN
se ha convertido en una sucesión de noticias prefabricadas donde los veteranos reporteros son sometidos a humillantes sesiones a bordo de cabinas simuladoras de vuelo, o a inmersiones a bordo de sumergibles de aguas profundas para tratar de recrear la realidad.
Para
entretener al personal con la casi
imposible misión de encontrar los restos de un avión que podría
haberse perdido para siempre en las aguas profundas
del Océano Indico.
En
honor a la rigurosidad periodística,
lo cierto es que no sólo la cadena CNN se ha alejado de esa cultura del periodismo como fiscal del poder político.
Y
pesar de que, desde el poder político y desde los grandes medios se insiste en la necesidad de honrar los ideales del ex presidente, Thomas Jefferson, sobre
la libertad de la prensa (
con su conocido aforismo de entre un gobierno
sin periódicos y periódicos
sin un gobierno, prefiero
lo último), lo cierto
es que el periodismo como una forma de contrapoder, se ha desdibujado, transformándose en muchos casos en un simple negocio al servicio del poder político o corporativo, o en un vulgar ventanuco
del entretenimiento.