“AL ha mostrado
madurez”
Analistas opinan sobre la presidencia cubana de la CELAC
José Meléndez Corresponsal
Martes 05 de febrero de 2013
SAN JOSÉ.— Paraguay, Nicaragua, Panamá y Haití presidieron consejos y foros gubernamentales interamericanos, pese al historial de violaciones a los derechos humanos y de irrespeto a la democracia acumulado por esos regímenes abiertamente apoyados por Estados Unidos. ¿Por qué quejarse ahora de que Cuba, también cuestionada por su expediente en derechos humanos y democracia, presida la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC)?
Al recibir en Chile el lunes 28 de enero la presidencia temporal de la CELAC, Cuba cerró el capítulo de aislamiento continental que comenzó hace 51 años, ya que el 31 de enero de 1962 fue suspendida de la Organización de Estados Americanos (OEA) bajo el alegato de que se alineó con el campo socialista de Europa del Este (encabezado por la hoy extinta Unión Soviética) y de que su gobierno marxista—leninista es incompatible con los valores interamericanos. En cadena, y con excepción de México, los gobiernos americanos rompieron relaciones con Cuba.
Ahora, con la misma ideología comunista de hace más de medio siglo, el régimen cubano terminó de perforar la política de exclusión continental alentada en su contra por EU.
“Darle la presidencia de CELAC a Cuba demuestra independencia y que la región tiene madurez para gobernarse sola, sin depender de Estados Unidos. Se hace justicia con Cuba” declaró a EL UNIVERSAL Sandino Asturias, coordinador del Centro de Estudios de Guatemala.
Por su parte, el ex diplomático costarricense y catedrático universitario Luis Guillermo Solís afirmó a este diario que “a partir de la doctrina internacional” y de “entendimientos” en órganos de este tipo, el hecho de que Cuba presida la CELAC “no debería verse como factor conflictivo ni disociador”.
“En este y otros espacios multilaterales, la presidencia se ejerce a partir de posiciones que se adoptan por consenso. Cuba ejerce la presidencia a nombre del colectivo”, aclaró Solís.
Al instalarse en el cargo en la reciente cumbre de la CELAC, el presidente de Cuba, Raúl Castro, evitó mencionar a la OEA —calificada por La Habana como un “ministerio de colonias” al servicio de la Casa Blanca— y su Carta Democrática, que condiciona la participación en ese foro a la existencia de democracias pluralistas y multipartidistas. Cuba tiene un sistema unipartidista y la disidencia es ilegal.
“Actuaremos”, prometió Castro, “con total apego” a la Carta de la Organización de Naciones Unidas y a los principios fundamentales del desarrollo de los nexos entre las naciones y, en un implícito mensaje a la Casa Blanca, proclamó que “rechazaremos la injerencia, la agresión, la amenaza, el uso de la fuerza y potenciaremos el diálogo, la concertación y la solidaridad”.
Human Rights Watch, con sede en Washington, aseguró que la designación de Cuba en la presidencia de la CELAC es “grave error” y un “hecho lamentable”, por ser un “régimen totalitario” y porque la región ahora exige que la presencia en los foros continentales está sujeta a que las naciones “cumplan con ciertos preceptos en materia de libertades públicas”.
Con pragmatismo, una fuente diplomática costarricense adujo que el escenario de condicionamientos quedó superado y que si Costa Rica —que apenas en 2007 restableció lazos plenos con Cuba— decide que sólo tendrá relaciones con países que respeten los derechos humanos, limitará sus nexos a solo unas pocas naciones.