Crimen en Norteamérica

 

Los presidentes de México, de Estados Unidos y el primer ministro canadiense se reunieron ayer en la Casa Blanca para tratar los temas comunes de economía y de seguridad. El encuentro sirvió para reiterar que los problemas de violencia en México incumben también a sus vecinos, no sólo por su responsabilidad compartida, sino porque inevitablemente las secuelas se dirigen al norte.

Dijo el presidente Calderón: si no se frena el tráfico de armas “sería imposible que la violencia termine en México e incluso puede amenazar en el futuro a la propia sociedad americana”.

 

De hecho la violencia ya llegó a varias ciudades fronterizas de Estados Unidos, donde alcaldes y departamentos de Justicia estatales han tenido que pedir ayuda federal para controlar las amenazas y los asesinatos. También se han dado reportes de corrupción por parte de todo tipo de autoridades, desde agentes de la patrulla fronteriza hasta funcionarios federales estadounidenses. Hace apenas una semana fueron arrestados tres soldados del vecino país luego de que la DEA descubriera que buscaban fungir como asesinos a sueldo para un cártel mexicano.

 

Aunque las consecuencias más llamativas se dan en México, los datos duros confirman que el resto de la región padece también. Tan sólo el narcotráfico, uno de los giros del crimen organizado, deja 45 mil muertos cada año en los tres países del bloque norteamericano, el índice más elevado a nivel mundial, de acuerdo con el informe 2011 de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de la ONU.

 

En los últimos años México ha logrado que Estados Unidos reconozca como errores propios el alto consumo de drogas y la venta indiscriminada de armas de asalto en su territorio, factores ambos que alimentan el crecimiento de las organizaciones criminales al sur del río Bravo.

 

Pero lo que no se ha conseguido hasta hoy es que la participación de los vecinos del norte sea acorde con esa responsabilidad admitida. Antes que dar “ayuda” a México tendrían que abatir la corrupción dentro de sus propias fronteras.

 

El crimen organizado hoy es transnacional y si no se le ataca con la misma fuerza en todos los países donde radica jamás podrá eliminársele.