WikiLeaks: revelaciones dañinas, respuestas insuficientes

 

Manuel Camacho Solís

 

La publicación de los documentos internos del Departamento de Estado sobre México equivale a un shock externo sobre la política interna de nuestro país. La información no hará sino complicar más aún el cierre de esta administración y aumentar las tensiones en el interior del gobierno. El control de daños que ha hecho el gobierno no es suficiente frente al perjuicio que le han causado. Debiera considerar seriamente aplicar medidas correctivas de protección a las instituciones del Estado y ofrecer las disculpas correspondientes a quienes ha ofendido.

 

Si alguien se hubiera dedicado a rastrear la información más inconveniente para el gobierno mexicano en los archivos del Departamento de Estado, le habría costado trabajo encontrar un conjunto que le sea más adverso.

 

De poco sirve sostener que el presidente Felipe Calderón está comprometido en la lucha contra el narcotráfico si todo lo que lo acompaña muestra a su gobierno como permeado por la incompetencia y la corrupción. La información muestra a Felipe Calderón como un gobernante que no pone límites a la injerencia de Estados Unidos, no ha logrado coordinar a sus propias áreas de seguridad y que está ausente de decisiones fundamentales que solamente a él corresponderían. Queda la impresión de que las principales decisiones de seguridad interna las están tomando áreas de gobierno de los Estados Unidos. Que a cuatro años de gobierno cada dependencia marcha por su lado, sin coordinación entre la Defensa, Marina, Seguridad Pública, Cisen y PGR, para ya no mencionar otros espacios del gobierno y el complejo mosaico federal. Que decisiones tan importantes como la suspensión o no de garantías se resuelven entre las propias dependencias.

 

Lo peor que se puede decir en medio de unaguerrarespecto al mando es que no hay coordinación de sus fuerzas, que está perdiendo control sobre porciones importantes de su territorio y que cuenta cada vez con menos apoyo de su opinión pública. Eso, se sabe, anticipa la derrota.

 

Los juicios severísimos sobre el Ejército Mexicano y las comparaciones que hacen con la Marina no harán sino crear tensiones adicionales en el interior de las Fuerzas Armadas. La información sobre los reclamos de la Policía Federal y el sistema judicial en nada ayudan al propósito de regresar el control a los espacios civiles.

 

Es urgente preparar una política de protección institucional al Ejército (la Fuerza Aérea y la Marina) ante los nuevos retos que enfrentan (derechos humanos, adaptación de sus funciones a nuevas realidades y presión internacional). La nación requiere de unas fuerzas armadas competentes, respetadas, cuya acción esté ceñida y protegida por la Constitución. Si en algo México y sus Fuerzas Armadas tienen mucho que presumir es que aquí se resolvió mejor que en otras partes el problema del control civil y la lealtad.

 

Convendría que el propio jefe del Poder Ejecutivo revisara las afirmaciones que lo involucran personalmente para corregir donde tenga que hacerlo. Si, en efecto, Felipe Calderón sostuvo ante un funcionario estadounidense de alto nivel que el presidente Chávez podría haber financiado la campaña de Andrés Manuel López Obrador, cuando tiene todos los elementos para comprobar que eso es falso, ¿qué perdería con disculparse públicamente, como lo ha hecho el propio gobierno de Estados Unidos con quienes ha ofendido por las filtraciones de WikiLeaks?

 

Frente a un shock externo como el que representan las filtraciones, el gobierno puede encerrarse en los formalismos y en la inercia de sus políticas. Cometería un grave error. Se necesita de una respuesta seria y digna, no de una declaración más. La mejor respuesta es reconocer y corregir. Hacerlo ahora. Hoy el directamente lastimado es el gobierno. Si nada se corrige, el costo será sobre el conjunto de las instituciones y los liderazgos, incluyendo a quienes pretenden dentro de dos años gobernarlas.

 

Coordinador del Diálogo para la Reconstrucción de México (DIA)