El Papa hace amigos
20 de Abril
de 2008
Benedicto XVI y Estados Unidos simpatizan, como lo demuestran
la visita del Santo Padre y que
Bush celebrara su cumpleaños.
El momento
más glorioso de los católicos de Estados Unidos se produjo en 1961, cuando, por única vez,
un político católico, apostólico y romano -John F. Kennedy- fue elegido Presidente. Y el instante más lamentable cuando, a partir del 2002, se destaparon unos 10.000 casos de pederastia cometidos por sacerdotes católicos a lo largo de 30 años. Cerca de 3.000 religiosos han sido
procesados en el país por abusar de menores
y la Iglesia pagó 2.000 millones de dólares en indemnizaciones. Por eso se esperaba que la primera visita papal desde entonces se refiriera a la crisis
de las "sacristías calientes", que vació de vocaciones los seminarios, obligó a cerrar más de 800 parroquias y dejó 3.238 iglesias sin cura a bordo.
Benedicto XVI está demostrando, durante
su visita de cinco días a Estados
Unidos, que la suavidad de sus maneras no disminuye el vigor con
que repudia la pederastia de sus pastores. Por lo menos en tres ocasiones
pidió perdón y se reunió con jóvenes que en su momento
sufrieron en carne propia los abusos sexuales.
Al afrontar la situación
con fuerza y franqueza, el
Santo Padre busca superar
la vergonzosa actitud de encubrimiento y pusilanimidad con
que la Iglesia manejó los escándalos,
actitud de la que no estuvieron exentos ni Juan Pablo II, ni la jerarquía vaticana ni la de otros países, inclusive Colombia.
Su viaje
parecía menos espectacular que los de su predecesor
al mismo país; con todo, el de Benedicto tendrá mejores efectos en la comunidad católica, a la que pertenece 1 de cada 4 estadounidenses. No lo precedieron
extraordinarias expectativas,
pero el hecho de que George Bush lo recibiera excepcionalmente en el aeropuerto
demostró que, más que brindar
honores al patriarca de un credo o el jefe de un Estado, se trataba de celebrar una religión.
La escena de un presidente protestante -Bush-, que le canta el octogésimo primer feliz cumpleaños en la Casa
Blanca a un pontífice católico
es tan memorable como la de
un presidente católico
-Kennedy- a quien interpreta
Marilyn Monroe un sensual "Happy Birthday".
* * * *
Aunque se rumora que Bush podría convertirse al catolicismo, como ya
lo hizo el ex primer ministro
británico Tony Blair, el dato
no pasa de ser un chisme teológico. Lo que sí es verdad
es que Bush ve el mundo en términos de buenos y malos y considera que solo un frente común judeocristiano de 2.200 millones de adeptos podrá oponer barreras
al Islam, que, con 1.300 millones,
superó ya a la católica como la religión con mayor número de fieles. Por lo pronto, el Papa, que presidió estadios
repletos y habló ante la
ONU, no dirigió ya su mirada hacia
los viejos católicos irlandeses de Boston
-ciudad que ni siquiera visitó-, sino a los nuevos
católicos hispánicos, en cuya lengua habló
más de una vez. Ahí está
el futuro del catolicismo gringo. También podría estarlo el de los candidatos Hillary Clinton y
Barack Obama, empeñados en recuperar
un electorado que simpatizó siempre con el Partido Demócrata y en el 2004 se
desplazó hacia el Republicano. En estos días, los dos se han esmerado
en exhibir en público a sus asesores católicos.
* * * *
Hace
120 años, Federico Nietzsche anunció
que Dios había muerto. Pese a
ello, el "difunto"
resucita a menudo, solo que lo hace con distintas revelaciones, fuerza cambiante y, a menudo, una espada
en la mano. Los últimos lustros han
visto aumentar las tensiones religiosas
y extenderse las teocracias, que hoy abarcan a casi
todos los países árabes. Son pocos los puntos
del mapa donde
no aparecen conflictos de origen metafísico y expresión política, que, en algunos casos, corren por
cuenta de grupos terroristas como Al Qaeda.
En Oriente
Medio influyen cada vez más
los extremistas religiosos de distintas denominaciones; en la India, los hindúes se quejan del sectarismo de 150 millones de musulmanes; en la antigua Unión Soviética vuelven a poblarse las iglesias; la Europa cristiana mira con mayor desconfianza el islamismo turco que el auge del ateísmo (en el mundo hay cerca de 500 millones de ateos o agnósticos); Irlanda apenas empieza a superar los choques entre
protestantes y católicos;
la curia de España e Italia resiente
la mengua de su influencia; aun los Juegos Olímpicos
de China están teñidos por las protestas
de los budistas tibetanos del Dalái Lama y los sectarios de Falung Gong; en Estados Unidos acaban de detener a unos mormones polígamos
y Obama no consigue sacudirse
la imagen racista de su consejero espiritual,
el pastor Jeremy Wright.
Banedicto XVI y Estados Unidos simpatizan mutuamente, como
lo demuestra su visita: uno de cada dos ciudadanos tiene opinión favorable del Papa.
Otra cosa es que la inspiración
religiosa en los asuntos del Estado
que han pretendido
inocular Bush y los neoconservadores sea peligrosa y nociva. En este
punto, es mucho más recomendable ese laicismo europeo
que no gusta a ninguno de los dos líderes. Pues, como dijo
alguien cuyo cristianismo está por encima de toda
polémica, "Hay que dar a Dios lo que
es de Dios y al César lo que es
del César".
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