Legado de Cenizas

 

La CIA como la SAIA.

 

By Edwin J. Asturias

 

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Esees el título de la obra de 600 páginas de Tim Weiner, un reportero adscrito al New York Times. Publicado en 2007 y constituido en un galardonado best seller, revela la historia de engaños, inteligencia malograda y corrupción de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos desde su fundación en enero de 1946.

 

El manuscrito muestra detalles de la operación PBSuccess desde su diseño en la sede de Virginia. La guerra encubierta librada por la CIA para derrocar al gobierno democrático de Arbenz en 1953 y 54, y conducida por los maquiavélicos hermanos Dulles y el arrogante embajador Jack Peurifoy que vino a Guatemala a darpalo” y a pedirbombas, mas bombaspara la liberación. La remoción de Arbenz fue el fin de una democracia joven y el inicio de la tormenta que se desató sobre esta tierra por los siguientes 40 años. Mas allá de los 200 mil muertos y desaparecidos, la herencia se traduce hoy en ingobernabilidad, carteles de criminales, mafias y corrupción por doquier. En 1994, una investigación del director de la CIA reveló que sus agentes pagaban a militares guatemaltecos conocidos por ser “asesinos, torturadores y ladrones”. El servicio clandestino le ocultó información a su embajador Stroock, y hasta colocó escuchas y difamó a la embajadora McAfee acusándola de tener una relación lesbiana con “Murphy” quien resultó ser su mascota.

 

Por momentos, la historia de la CIA no dista de la reciente evidencia que sobre la SAIA, en Guatemala, se ha publicado. Operadores de inteligencia involucrados hasta el fondo con narcotraficantes, contrabandistas y redes criminales, todo en nombre de la seguridad civil y la estabilidad política. Pactos mal entendidos con el diablo. Creadores de consecuencias y sismos gubernamentales que debilitan más que fortalecen las instituciones y los liderazgos.

 

Pero al menos, en Estados Unidos, con el tiempo, parte de la verdad y la historia afloran, permitiendo deliberes y mea culpas que lentamente corrigen el sistema. Si sólo pudiésemos como sociedad examinar a fondo nuestro pasado y memoria, discutir nuestros errores, seguramente nos haríamos dignos de un futuro más tolerante y con mayor fortaleza democrática. Pero en Guatemala, hasta las cenizas se barren debajo de la alfombra; y los esqueletos no se ocultan en los clósets sino en fosas masivas. Nuestro legado hasta ahora ha sido el retraso, la injusticia y la agonía. Las cenizas sobran.