Los mil tentáculos terroristas

 

Por Julia Rodriguez Larreta

 

Imaginemos el día soleado en Boston, el domingo pasado. Una gran fiesta deportiva, ya tradicional en esa bonita e histórica ciudad. Banderas, globos y carteles decoran el sitio. La gente se agolpa esperando la llegada de la maratón. Familiares y amigos que acompañan para dar ánimo a sus familiares o amigos. Se oyen voces de aliento, todo es alegría y esfuerzo de los competidores.

 

De pronto, un terrible estallido seguido de gritos, pedazos de cuerpo y tela que, ensangrentados, vuelan por los aires. El humo, la desazón, las corridas, el aullido de las sirenas y el miedo. Una hija que ve a su padre, quien segundos atrás corría, ahora sin piernas, postrado en la calle, en un charco de sangre. Una madre que llora y abraza su hijito muerto.

 

Cuanto más desolador el espectáculo, cuanto mayor el daño y el dolor infligido, más satisfechos estarán quienes idearon esta tragedia. Su objetivo esencial es la de sembrar el terror y la incertidumbre en la sociedad, con el objetivo final de causar estrago y destruir el orden establecido.

 

Pueden haber distintos matices o logros que estos criminales quieren alcanzar por estos medios, una supuesta reivindicación, vengar algún daño real o imaginario que a su entender han sufrido, junto a un sentido de omnipotencia al saberse capaces de infundir pánico y destrucción. Las víctimas, aunque no siempre, suele ser gente que ninguna relación tienen ni con ellos ni con sus causas.

 

Esta deleznable práctica, si bien dista de ser nueva, comenzó a difundirse con mayor impulso a mediados del siglo XIX, a través de los medios de difusión cuya labor, lamentablemente, potencia el alcance psicológico de los atentados. Las banderas del terrorismo son variadas. A veces de orden religioso, invocando inclusive el nombre de Dios, aun cuando lo político y el ansia de poder, siempre están entremezclados.

 

En esta zona conocemos el flagelo de los “movimientos de liberación”. Estos se dividieron en dos corrientes, la rural, ejemplificada por el “Sendero Luminoso” en Perú y los esfuerzos revolucionarios del “Che” Guevara, con apoyo cubano, en Bolivia. La urbana de los Tupamaros en nuestro país y los Montoneros y el ERP, en Argentina, aunque allí también tuvieron una incursión en el campo, llegando a tener unazona liberada” en Tucumán, durante un tiempo.

 

No hablemos , del terrible desgaste que sufre todavía hoy, Colombia. Tampoco fueron derrotados siempre, ya que los guerrilleros de Sierra Maestra bien se afincaron por la fuerza hace más de 50 años, en La Habana, convirtiendo a Cuba en una cárcel, aunque presentada como paraíso revolucionario.

 

Tampoco anduvieron exentos de terrorismo endógeno, los países europeos en la post guerra. Recordemos a Baader Mainhof en Alemania o las Brigadas Rojas en Italia, ambos derrotados en sus países, sin que esos gobiernos hayan recurrido al terrorismo de estado, aunque algunas sospechas surgieron respecto de los presos que se suicidaron en Alemania. Y en España, GB, Francia, Bélgica, etc.

 

Paremos de contar. Ahora tenemos al fundamentalismo islámico, cuyas consecuencias se sufren dentro y fuera de sus países. ¿Qué hacer? Obviamente, habría que tratar de ir eliminando las causas de las que se valen, escuchar las quejas, evitar los agravios que proveen las excusas a las que se aferran los sediciosos pero al mismo tiempo, fortalecer los estamentos de la sociedad para reprimir esta temible actividad, de la forma más efectiva y sin que el Estado actúe como un terrorista más.

 

No hay más remedio que seguir entrenando fuerzas especiales y gastar ingentes sumas de dinero, para enfrentar a estos peligrosos delirantes e inadaptados, demasiado a menudo bien adiestrados y mejor motivados. Las sociedades abiertas y libres no solo despiertan la envidia y el odio, sino que por tener esas características son una presa fácil para estas personas de mentes alteradas.

 

La UE instituyó la colaboración policial y judicial en el tratado de Maastricht y sus resultados se aprecian en la constante erosión de la organización vasca, ETA, desde que los franceses comenzaron a apoyar decididamente a las autoridades españolas. En medio oriente el difícil e interminable conflicto entre Palestina e Israel, es origen de muchos problemas, muertes y atentados y sus complejas ramificaciones con Irán incluido, llegaron hasta la Argentina, con acción criminal todavía irresuelta. La agenda es larga.

 

A toda costa hay que tratar de evitar estas acciones asesinas, reprimir las actividades que movilizan sus ideólogos y castigar en forma ejemplar a los culpables. Hay que resignarse de buen talante a todas las incomodidades a las que los ciudadanos (viajeros), han sido obligados, así como a otros efectos como una cierta erosión de la libertad, de la privacidad, del respeto por los derechos individuales que son la parte fundamental y distintiva de las sociedades democráticas.

 

Es la terrible lucha contra un enemigo en las sombras.