Una pesada losa de los candidatos a presidente de EE.UU.

 

Jorge Bautista Lara

 

Existe un lugar llamado Mesopotamia, tierra entre ríos, que dio vida a una de las leyendas más antiguas y hermosas de la Historia; La Epopeya del mítico Gilgames, primer héroe de la literatura. Los historiadores la datan como la más antigua, y en ella se menciona por primera vez el tema del Diluvio Universal. Él gobernó la ciudad de Uruk por 126 años. Hijo de una diosa y un sacerdote. Y su epopeya conserva actualidad al morir en el anhelo universal de escapar a la muerte (lección universal).

 

Mesopotamia no es un país, ni un pueblo, son muchos pueblos que pasaron y se integraron por ese camino, con datos que se pierden en la noche de los tiempos, en más de 4,000 años a.C. Mejor decir que es una región. Lugar de nacimiento de la Biblia, el Corán, Las mil y una noches, las matemáticas y los cálculos. Ahí está el ombligo de la historia de Occidente y el primer lugar donde se inventó la primera escritura.

 

Tierras donde está el monte Ararat, donde se detuvo el arca de Noé, según la referencia bíblica. Los kurdos le llaman “El Monte de Fuego”, y los turcos “El monte del Dolor”.

 

Se dice que por esas tierras están las tumbas de Abraham, Isaac, Sara… Y dentro de ellas fue construida, con bellos jardines colgantes, Babil, Babel o Babilonia.

 

Los nombres de sus ríos dan marco a su pendular historia; Éufrates, que en griego significa delicia; y Tigris que significa flecha, por lo rápido de sus aguas. Nació y se desarrolló en lo histórico entre la belleza de las culturas de los que fueron llegando y aportando; y flecha por las destrucciones que una a una fueron aportando las invasiones, para ser el acervo cultural que hoy reúne.

 

Tres países ocupan hoy Mesopotamia: Turquía, Siria e Irak.

 

Para el 2016 habrá elecciones en EE.UU. Las campañas de candidatos iniciaron. Algunos con sensatez y otros rayando el show mediático.

Hillary Clinton pretende ser la candidata por los demócratas; en 2003, fue la invasión a Irak, era senadora y su voto fue a favor de una invasión. Ahora, ha dicho en un acto de campaña para marcar distancia del error histórico: “Mi apoyo a la guerra de Irak fue un error. Así de simple”. El presidente George W. Bush quiso demostrar en ese momento la indiscutible unipolaridad de los EE.UU.

 

Su hermano, Jeb Bush (exgobernador de Florida), está en campaña; el tercero de la familia Bush; padre y hermano fueron presidentes. Y en una conferencia a una cadena de Fox News dijo que él hubiera seguido los mismos pasos de su hermano, y hubiera invadido Irak.

 

De ahí hasta la fecha sus actos públicos terminan con la pesadilla de Bagdad. La losa dejada por el hermano le está creando verdadero lastre. Ha reculado y aclarado que no desea responder más a “preguntas hipotéticas”, de que hubiera o no hecho y que “sabiendo lo que sabemos ahora no hubiera entrado en la guerra”. Pero hoy no es secreto que los argumentos para invadir Irak eran totalmente falsos. Aunque el hecho está consumado.

 

Cuando los romanos penetraron la Mesopotamia, hicieron muchas campañas militares; enterrando legiones tras legiones enteras, miles y miles de soldados abonaron sangre en esas tierras ajenas. Pasaron Marco Antonio, Nerón, Trajano, Marco Aurelio, Séptimo Severo. Desde el 53 a.C.  hasta el 218 d.C. Esa lección y costo la dieron los romanos siendo imperio, bastaba estudiar un poco para enterarse del precio a paga por entrar. Nadie entra y sale, como Juan por su casa, de esas tierras de Dios. Teniendo los EE.UU. las universidades de mayor prestigio del mundo, esto no se explica.

 

Quien estudia un poco, comprende lo que pasa hoy en Irak. En un acto en Reno, Nevada, un estudiante le afirmó a Jeb Bush: “Su hermano creó el Estado Islámico”.

 

Así un joven, un estudiante, le recordó a un Bush, que si su hermano hubiere estudiado un poco, sabría cuál sería el producto y consecuencia de su invasión a Irak, de lo que hoy vive Medio Oriente.

 

¡Qué pena esta paradoja! Fue un presidente de cuestionable conocimiento, quien quiso destruir, a la vuelta de siglos de historia, el propio ombligo de Occidente y del mismo EE.UU. Intentó completar un círculo con un final de brutalidad en la cuna de su historia y cultura. Si esa es la lección, no hemos avanzado tanto. Aún estamos en la edad primitiva.