Obama, la OEA y la gerontocracia

 

Artemio Cruz

 

18/06/2009

 

El 4 de junio de 2009, en la Universidad de Al Azhar de El Cairo-Egipto, el presidente estadounidense Barack Obama, pronunció un discurso que junto al de Ankara, Turquía, expresado el 7 de abril de 2009, se revelan como dos extraordinarias piezas de oratoria, que más allá de toda retórica, vienen a constituir un nuevo y buen esbozo de una política exterior basada en la integración cultural vía tolerancia y conocimiento del otro/a, la reconciliación de las partes en conflictos, la defensa de los derechos humanos, la preservación del medio ambiente y la construcción de la paz.

 

Los discursos y las políticas señalados son hijos del pragmatismo norteamericano, pero también de aquellas visiones vitalistas, libertarias y democráticas de Emerson, Thoreau y Whitman. Estas políticas han sido pensadas por y para el Medio Oriente y sus alrededores, pero indudablemente poseen contenidos nutritivos tanto para la gansa como para el ganso. Geopolíticamente el Medio Oriente y alrededores son una zonacaliente” y en la práctica es el vector más importante para el desencadenamiento de la guerra o la preservación de la paz a escalas mundiales. No creo exagerar si derivo analítica y sintéticamente de estos discursos, las evidencias de una nueva política exterior de los Estados Unidos de América, basadas en los principios arriba señalados.

 

Estos principiosintegración, derechos humanos y construcción de la paz- constituyen los fundamentos de la visión de mundo más progresista y revolucionaria de la humanidad contemporánea y es perfectamente plausible, que sean asumidos con responsabilidad y consecuencia por la potencia militar más poderosa del orbe. Los Estados Unidos de América como toda potencia, tiene poderosísimos intereses geoestratégicos, económicos, políticos e ideológicos y seríamos ingenuos si pensáramos que el nuevo liderazgo norteamericano está formulando estas líneas por puro amor al arte y con el desinterés kantiano más absoluto. Lo están haciendo sencillamente porque ellos mismos ni el mundo dan para más. Nuestra existencia ecológica ha llegado a su límite autodestructivo en una precaria situación geopolítica dentro de un sistema suicida de guerra/paz. A la porra los pastores (nosotros) que las pascuas (la biosfera) se acabaron.

 

Por lo anterior me parecen ingenuos, malévolos y atrasados, aquellos gobiernos y partidos de Cuba, Venezuela y Nicaragua que no ven la presidencia de Barack Obama como una oportunidad de redefinir los términos de la relación entre la potencia mundial y nuestros países. Países de dependencias y pobreza seculares, de ideologías obsoletas, retardatarias y reaccionarias; en fin anclados en un pasado de metarrelatos totalitarios casi evaporado y en franca vía de extinción. Lo anterior no significa entregarse en brazos del imperialismo y someterse a su augusta majestad, como se entregaría un masoquista hebreo a una dominatrix aria. De ninguna manera. Se trata de recuperar la perspectiva histórica de la dialéctica que desde Heráclito, pasando por Hegel y Marx, nos ha enseñado que los seres y las cosas cambian, no son inmutables.

 

Que el Coronel Chávez haya conocido a Marx-Engels-Lenin-Mao ya bastante crecidito no es óbice para acuñar un supuesto Socialismo del siglo XXI, después de que los del XX y ahora, las pequeñas muestras contemporáneas de este Frankenstein redivivo (el socialismo totalitario, burocrático y enajenado) únicamente van a producir horror por su posibilidad de realización. Sin ir muy lejos el mismo Chávez es muestra viviente de que los seres cambian, porque cuando él jugaba a reprimir los movimientos revolucionarios en América Latina, algunos andábamos jugándonos el pellejo por las causas de la libertad, la igualdad y el bienestar de los sectores populares del Continente. ¿Por qué no pueden cambiar la OEA, ex Ministerio de Colonias Yanqui, si ya cambió su liderazgo contenido? ¿Por qué no pueden cambiar los Estados Unidos de América? ¿Hay esencias inmutables? ¿O sencillamente no quiero que ellos cambien para no cambiar yo?

Ningún bien le hacen a las causas libertarias y revolucionarias las ideologías totalitarias. Están absolutamente fracasadas. Únicamente conducen al holocausto, al gulags, a los regímenes polpotianos. Todos estos fenómenos políticos de reciente data constituyen resultados históricos concretos testimoniales y fehacientes.

 

Esos y otros son los frutos de cualquier ideología con veleidades totalitarias y dictatoriales que practican a toda puerta y sin vergüenza la conculcación de los derechos humanos, la contaminación ambiental, que estimulan la solución violenta de los conflictos, vulneran con fraudes el precario equilibrio democrático, o creen dogmáticamente que los miembros de cualquier partido totalitario o populista son superiores al resto de la población. También utilizan la corrupción para el enriquecimiento ilícito personal y familiar, y en aras de la estabilidad buscan perpetuar en el poder a un líder, una familia y un partido y creen que esto es lo mejor que le puede ocurrir a cualquier sociedad contemporánea, y por último, para cualquier pedo están dispuestos a tocar los tambores de la guerra, reventar la madre a cualquiera y empezar una guerra civil o un conflicto internacional.

 

Afortunadamente en América Latina las gerontocracias revolucionarias muy pronto serán sustituidas por nuevas sangres, visiones y liderazgos. No me cabe la menor duda que los intentos de sobrevivencia de la gerontocracia stalinista latinoamericana, en un mundo donde no tiene cabida por superación histórica a partir de sus propios fracasos, son pataleos seniles o berrinches inmaduros de una tercera edad que en su alzheimer cree vivir en plena y eterna adolescencia. También el viejo Karl Marx nos enseñó que la ideología es la peor inversión de la realidad. Espejito, espejito, narcisito de mi corazón… ¿Quién es el revolucionario más bonito y dundito?