Hugo Chávez en pánico
El más
nervioso ante lo que ocurre en África, indudablemente es Chávez, quien ve muy
cerca su fin, y ha empezado a despotricar contra EE.UU., acusándolo de querer robar el petróleo de Libia y el de Venezuela.
Dr.
Mauricio E. Colorado
Abogado
Aparte de la noticia del año como lo es
la visita de Barack Hussein Obama, Presidente de los Estados Unidos a
El Salvador, los acontecimientos del norte de África, junto con el terremoto en Japón, son los que están acaparando
la atención del público.
Post terremoto,
el tsunami, y el peligro
que representan los daños a las
plantas nucleares japonesas, han hecho que la humanidad
tenga otra perspectiva de lo que significa el desarrollo tecnológico de la humanidad, y haga reflexionar a algunos, sobre
los valores religiosos, profecías, adivinaciones y ciencias ocultas. Sin querer menospreciar a quienes ponen absoluta creencia en los dictados de los admonitores o agoreros de catástrofes, hacemos en esta ocasión una
evaluación del aspecto político que representan
los hechos en Libia.
Como lo señalamos
en artículos pasados, la idiosincrasia de los pueblos de origen árabe, son dados a tener una vocación de gobernantes hereditarios. Tales han sido las
monarquías que prosperaron hasta antes del siglo XX en esa zona del mundo, y que por diversos
motivos fueron desplazadas en forma violenta por golpes de estado
militares, que en muchas ocasiones terminaron en la muerte de los reyes gobernantes,
y a continuación la instauración
de regímenes caudillistas, militares, que se perpetuaron en el poder por décadas.
Ese fue el caso
de Egipto, donde el derrocamiento del rey Farouk, fue seguido por
la presidencia de Gamal Abdel Nasser, hasta que falleció
víctima de un infarto. Le siguió por breve
tiempo Anwar el Sadat, que fue asesinado en un desfile, y posteriormente, su vicepresidente Hosni Mubarack, gobernó 30 años hasta su
reciente derrocamiento, no
sin que estuviera preparando a su descendencia para ejercer el gobierno llegado el momento oportuno. En Siria, hace décadas, se derrocó al gobernante monárquico, y se instauro un régimen autoritario liderado por un presidente –Hafed Hassad-, que al morir dejó
entronizado a su hijo quien es
el que gobierna ese país en la actualidad.
En Libia,
Mohamar El Gadafí, coronel del ejército, tomó el poder violentamente
e impuso una dictadura que lleva
40 años. Este personaje se considera asimismo insustituible, -salvo por sus hijos-
y enfrenta ahora una revolución que pretende ahogar
en sangre. Ante los ataques indiscriminados a la población
civil, el mundo civilizado
se ha visto obligado a intervenir
para frenar las barbaridades del régimen. En este escenario, los dictadores de América, con el peligro de que los pueblos a los que someten
reaccionen de igual manera, han tratado
desde un principio de apoyar al gobernante Libio, proponiendo que se busque el diálogo, buscando en el fondo, que la inconformidad contra esos gobiernos absolutistas se calme, y no den ejemplo en otros países. Chávez, Correa, Morales y Ortega, han corrido a defender a “su líder” Gadafi,
y asegurarse su apoyo ante una situación similar que pudiera ocurrir en sus respectivos países. (El colmo del cinismo es Ortega, que luchó con las
armas contra Somoza, por perpetuarse en el poder, y ahora él pretende
hacer lo mismo, pese a disposición constitucional que se lo prohíbe).
Pero el más nervioso
ante lo que ocurre en África, indudablemente es Chávez, quien ve muy cerca
su fin, y ha empezado a despotricar contra los Estados Unidos, acusándolo de querer robar el petróleo de Libia y el de Venezuela. Sin embargo, su
trillado argumento no ha tenido el efecto deseado, porque todo el mundo sabe
que la gran nación del norte no necesita robar nada, ya que lo compra con los dólares que
todo mundo recibe con agrado. El pánico de Chávez lo está llevando a descomponerlo, ya que sabe
perfectamente que Libia está
mil veces mejor armada que Venezuela, y que tal circunstancia no ha sido obstáculo para proceder a la acción militar, no de parte de su “enemigo
acérrimo” el “imperio” sino de toda la comunidad de naciones, especialmente las europeas.
Y si
es cierto que no todos los
países tomaron la decisión de intervenir militarmente en Libia, no menos cierto es que ninguno de los países se opuso, y se fueron por el camino
de la abstención, lo cual
en términos diplomáticos y mundiales, habla mucho por sí mismo.
Chávez, acosado por sus propios votantes
que ya en varias ocasiones le han demostrado su repudio, ha tenido que recurrir
a recursos legalistas (leguleyadas) para mantenerse en el poder. Sus balandronadas ya solo causan efecto en una parte
minoritaria de los venezolanos, pero en la comunidad internacional son objeto de risa y burla. El espejo de personajes como Pérez Jiménez, Somoza, Fujimori, Noriega, Videla,
Mussolini, Trujillo y tantos ciegos
a la historia logra reflejar ante los ojos de Chávez, cual es el futuro que
le espera.