Obama y América Latina

 

Eugenio Prieto

 

Sólo la coherencia personal, permite que hombres como el presidente estadounidense Barack Obama, cumplan los compromisos políticos adquiridos.

 

Entre otras, así lo dicen sus acciones frente a la crisis mundial actual y las decisiones que acaba de tomar para que los cubanoamericanos avancen en sus relaciones con los isleños que aún permanecen en Cuba. “No se trata de caridad”, expresó Obama en la Quinta Cumbre de las Américas que se desarrolla en Trinidad y Tobago, tal vez para referirse a la reacción de Raúl Castro, de que: “Cuba no necesita

 

limosnas”. Priorizar la agenda de derechos humanos y sus relaciones con Cuba son demostraciones de que las actuaciones del gobernante deben y pueden ser plenamente coherentes con las propuestas del candidato, en otras palabras: que el candidato que ofrece lo posible, así ello vaya en contravía con la tradición de la oferta mentirosa, será el gobernante respetuoso de la confianza en él depositada por la ciudadanía, por lo que atenderá sus compromisos, así ello implique profundas rupturas con las tradiciones sostenidas por la fuerza de la inercia y por la costumbre de los burócratas.

 

A las acciones emprendidas por el presidente Obama, le antecede otra decisión trascendental, haber cerrado la prisión de Guantánamo, una estructura que ofendía los principios democráticos de respeto a las libertades y a la dignidad humana, al mantener a los prisioneros bajo detención preventiva por ser sospechosos de terrorismo, sin que el acusador tuviera que comprometerse con juicios prontos y justos. Por lo tanto, tiene enorme valor el gesto de Obama y su llamado al régimen cubano, para que hagan lo propio y así se tejan nuevas relaciones bilaterales: “…tenemos que suavizar las restricciones a los viajes y remesas, hemos actuado en ese sentido, pero Cuba tiene que tomar ciertas medidas y dar ciertos indicios en cuanto a derechos humanos y derechos políticos…”, le dijo el miércoles al periodista colombiano Juan Carlos López, que lo entrevistó para CNN en español.

 

Estas posiciones, previas a su primer viaje a Latinoamérica para participar en la Quinta Cumbre de las Américas -cumbre que desde su primer encuentro había vetado el tema de Cuba-, revelan hasta donde el presidente Obama, cuando expresa “No debemos ser prisioneros de los desacuerdos del pasado”, está dispuesto a cumplir con sus compromisos de campaña, para hacer mover el péndulo de la historia, e intentar nuevas opciones para solucionar viejos problemas. Que la contraparte no actué de la manera esperada, no ha sido impedimento para que el gobernante innovador tienda puentes que pueden llegar a ser eficaces en la convocatoria de otros actores y protagonistas de la región, así se desatienda las costumbres, las tradiciones y el orden para instaurar nuevas prácticas, cada vez más democráticas.

 

Casi con la certeza de que sus palabras no serían escuchadas, desde su premiado blog Generación Y, la filóloga Yoani Sánchez expresó lo que muchos de los cubanos desencantados del comunismo pero esperanzados en su Isla quieren de Raúl Castro: “La pelota que desearíamos que él lanzara es la de abrir espacios para la iniciativa ciudadana, permitir la libre asociación y –en un gesto de suma honestidad política- poner su puesto a disposición de unas verdaderas elecciones populares”.

 

Esperemos que los hermanos Castro tengan la apertura necesaria para comprender esta dimensión transformadora, que estén dispuestos a construer un nuevo modelo de relación sin totalitarismos ni fundamentalismos, soportado en una apertura democrática reclamada por las nuevas generaciones de cubanos y esperada por el mundo. ¿Será Cuba capaz, en un marco de respeto a los derechos humanos y libertad de expresión, avanzar hacia una democracia, que rompa la polarización ideológica que hace más de cincuenta años los mantiene en un círculo vicioso en sus relaciones con los Estados Unidos? No sabemos la respuesta, en todo caso, con Obama, que lo asume como uno de los grandes desafíos para su administración, se vislumbra el principio del final del embargo económico a Cuba.

 

Hoy en Puerto España, en Trinidad y Tobago culminará la Quinta Cumbre de las Américas, instancia de cooperación continental que por primera vez reúne al presidente Obama con los mandatarios latinoamericanos.

 

Por su desarrollo, guardamos confianza en la revitalización del organismo como escenario de negociación regional desde el cual se pueden concretar acuerdos políticos, económicos y de cooperación útiles a los países del continente.

 

No creo que el condicionamiento de las relaciones de los Estados Unidos -por su condición de potencia- con América Latina vaya a ser diferente, pero si creo que la buena actitud del Presidente Obama, al asumir responsabilidades en el consumo y en el trafico de armas, proponer repensar la política antirnacóticos y ofrecer para América Latina una alianza de iguales, permite vislumbrar que se inicia una nueva etapa de colaboración, con la región que será su aliada en las relaciones internacionales, siempre y cuando sepa tejer una comunidad respetuosa de la diversidad y en constante opción de diálogo, que es una perspectiva que en él se revela como práctica y que expresa a una nueva generación de dirigentes políticos, hija de la esperanza, la voluntad de negociación y el reconocimiento de la pluralidad del mundo.