Contactos de las Farc con EE.UU

 

Emisarios de la guerrilla han buscado canales con funcionarios norteamericanos.

 

Por: María del Rosario Arrázola / Juan David Laverde Palma

 

El Espectador pudo establecer que las Farc están buscando canales informales a través de terceros que tienen contacto con la Embajada de Estados Unidos con el fin de poner dos temas sobre la mesa: el escenario de la extradición si es que se firma la paz y la posibilidad de que el condenado comandante de las Farc Ricardo Palmera Pineda, alias Simón Trinidad, pueda participar de las conversaciones en Cuba. Las fuentes consultadas por este diario sostienen que estos contactos han sido esporádicos y muy básicos, y que las razones que van y vienen buscan en esenciatomarle la temperatura a Estados Unidos con respecto al proceso”.

 

Nadie habla formalmente de estos acercamientos, pero lo cierto es que los hay, por lejanos e improbables que parezcan. El caso Simón Trinidad está completamente descartado. “Allí no hay nada que negociar”, le dijo a este diario una fuente de alto nivel. Se refiere a que la suerte judicial del comandante guerrillerodetenido el 2 de enero de 2004 y extraditado el 30 de diciembre de ese añoya fue resuelta al ser sentenciado a 60 años de prisión. La posición oficial del gobierno de EE.UU. ha sido una: apoyo al proceso de paz. En lo que concierne a la extradición, el tema debe resolverlo el gobierno colombiano como Estado soberano.

 

Entre tanto, lo que está claro es que, paralelamente a las negociaciones de La Habana, las Farc son conscientes de que si se firma la paz, entregan sus armas y se reincorporan a la vida civil, deben tener un seguro extra para que su suerte no sea la misma de los extraditados comandantesparas’, que también negociaron con el gobierno y que hoy purgan sentencias de hasta 30 años por sus probados nexos con el narcotráfico. Justamente el 29 de abril del año 2005 la corte del distrito de Columbia pidió la extradición de 49 jefes de las Farc por el delito de tráfico de estupefacientes. Se documentó que los acusados controlaban todo el proceso del negocio ilícito.

 

Según el indictment, “al principio las Farc se dedicaron a la comercialización de la cocaína, cobrándoles un impuesto a los que están involucrados en los aspectos de la producción, como los agricultores de coca, los operadores de laboratorios, los traficantes que recibían el producto y los que operaban las pistas clandestinas”. Pero, según Estados Unidos, ese método cambió con el tiempo al punto de que en la década de los 90 la guerrilla, en sus zonas de influencia geográfica, se declaró como la única compradora de pasta de cocaína, producto que negociaba directamente con mafias que la distribuían en EE. UU. y Europa.

Cuatro años más tarde, el 15 de mayo de 2009, la misma Corte del distrito de Columbia acusó a 18 líderes de las Farc, incluida la holandesa Tanja Anamary Nijmeijer, por el secuestro de los norteamericanos Keith Stansell, Marc Gonsalves y Thomas Howes, perpetrado el 13 de febrero del año 2003, cuando la avioneta en la que viajaban en el sur del país fue derribada por la columna Teófilo Forero de las Farc. Según pudo determinar El Espectador, sumadas las dos acusaciones federales, en total a 64 guerrilleros se les abrieron expedientes en Estados Unidos. De ellos, 12 ya están muertos (ver gráfico).

 

El pasado lunes cayó el último de estos comandantes. Se trata de Ernesto Hurtado Peñalosa, alias El Negro Eliécer, uno de los hombres más cercanos a Timochenko, responsable de la columna móvil Antonia Santos, que opera en Norte de Santander. Se le responsabilizaba de haber ordenado la masacre de 34 personas ocurrida en el Catatumbo en el año 2004, así como del ataque a una unidad militar donde fueron asesinados 17 uniformados en 2006. “Es un golpe muy importante, pues este individuo era el socio de Megateo para generar con el narcotráfico recursos dirigidos a la organización terrorista”, señaló el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón.

 

De vuelta a las aproximaciones muy periféricas de emisarios de las Farc con enlaces que tienen comunicación con la Embajada de Estados Unidos, fuentes consultadas confirmaron que estos contactos muy básicos comenzaron a darse casi paralelamente a la instalación de la mesa de diálogos en La Habana en noviembre pasado. “Ellos tienen miedo de la extradición. Saben que los procesos pendientes que tienen son prácticamente imposibles de negociar con Estados Unidos y, como se sabe, ese país no negocia con terroristas”, advirtió otra fuente de alto nivel que pidió reserva de su nombre.

 

Lo demás son cálculos políticos. La visita del expresidente Bill Clinton; la declaración del nuevo secretario de Estado, John Kerry, quien dijo quecualquier negociación que fortalezca la democracia, el imperio de la ley, los derechos humanos y que conduzca a la paz, es algo bueno que merece nuestro respaldo”; y la carta que escribió un grupo de 62 congresistas norteamericanos respaldando el proceso en Cuba, son señales de que el tema de la paz también está atravesado por EE.UU. Para más señas, a finales de este mes el vicepresidente Joe Biden se reunirá con la plana mayor del gobierno Santos. Por descontado se da que La Habana estará en su agenda.

 

No hay duda de que la extradición constituye uno de los principales fantasmas del proceso de paz. Iván Márquez, Pablo Catatumbo, Joaquín Gómez, el Sargento Pascuas, John 40, El Paisa, Andrés París, la misma Tanja y los demás guerrilleros que completan el listado de 52 jefes con cuentas pendientes en EE.UU., saben que si no resuelven ese problema se les puede convertir en una sin salida en las negociaciones. Por eso una fuente consultada no descarta que esos contactos incipientes de las Farc hubieran llegado hasta Washington.

Aunque no se ha discutido formalmente el tema y el Gobierno ha dejado constancia de que no hace parte de la mesa de negociación, el fantasma de la extradición inevitablemente sigue rondando la trasescena de La Habana. Hoy, 52 jefes guerrilleros tienen cuentas pendientes con cortes federales de Estados Unidos por narcotráfico y el secuestro de tres contratistas norteamericanos que duraron en cautiverio 65 meses. Sea lo que sea que termine por convenirse, el destino de esos 52 comandantes del secretariado y el estado mayor definirá la suerte de los casi 8.000 hombres que tiene la guerrilla.

 

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