Al contrario
de quienes han celebrado la condecoración de la Medalla Presidencial de la
Libertad que George W. Bush le hizo
a su homólogo Álvaro Uribe por
sus esfuerzos para promover “la democracia, los derechos humanos y la paz” en el mundo (léase por
su alianza irrestricta en la lucha antiterrorista), a mí me parece una vergüenza.
¿Qué más deshonroso para Colombia que un galardón otorgado
por el Presidente más impopular en la historia de los Estados Unidos y que, además,
éste sea motivo de orgullo nacional?
Además de presidir una crisis económica y social sin
precedentes recientes, el gobierno Bush tiene el dudoso honor de haber
pisoteado cuanta norma internacional impidiera su proyecto
imperial y de haber disparado
el antiamericanismo alrededor
del globo. La visión sobre el uso de la fuerza que impulsó
el ala neoconservadora del partido
republicano luego de los ataques del 11 de septiembre de
2001, basada en el derecho estadounidense de utilizarla de manera preventiva ante cualquier Estado potencialmente hostil, violó sin reservas la carta de la ONU. De la misma forma, las cárceles secretas
que estableció en Europa, y las torturas
realizadas en Abu Ghraib y
Guantánamo constituyeron violaciones
cínicas a las Convenciones de Ginebra y la Convención Internacional contra
la Tortura.
Con la misma desfachatez que desconoció los tratados mencionados, el presidente Bush protagonizó el retiro estadounidense de otros tantos. Entre los más importantes, los tratados anti-misiles balísticos, de reducción de armas nucleares estratégicos, de prohibición de pruebas nucleares, de control de armas biológicas y tóxicas, de prohibición de minas antipersonales,
de control de armas pequeñas
ilícitas, el Protocolo de
Kyoto y el Tratado de Roma.
Luego de 3 años y 9 meses de guerra “preventiva” en Irak, US$576.000 millones invertidos, casi 20.000 estadounidenses muertos
y hasta un millón de iraquíes, crece el reconocimiento de que ese país nunca
ha planteado una amenaza directa a la seguridad de los Estados Unidos. No debe sorprender que, además de una imagen
altamente desfavorable dentro y fuera de su país, entre un
sinnúmero de habitantes del
mundo Bush ha sido considerado un riesgo igual que Osama Bin Laden para la paz mundial.
Flaco favor el que nos hace el Presidente
saliente al darle una medallita al mandatario colombiano, por más prestigiosa
que ésta pueda parecer. Es un premio de consolación
vacío y contradictorio a la
luz de la negativa demócrata de aprobar el TLC, justamente por la situación de derechos humanos en el país. Y para el nuevo
gobierno de Obama confirma,
una vez más,
la cercanía de Uribe a una agenda internacional que no es la suya.
Ése no es el tipo de reconocimiento
que necesita Colombia.
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Independientemente de la legitimidad (o no) de
las acciones militares de Israel en Gaza un hecho innegable de su guerra contra Hamas es la violación del DIH. De los más de 900 palestinos muertos y 4.000 heridos durante
las últimas 3 semanas casi la mitad son civiles —muchos de ellos niños y mujeres— que no tienen forma de protegerse de los bombardeos. Cualquier gobierno de convicciones democráticas no puede considerar legítima semejante carnicería.
* Profesora
Titular, Departamento de Ciencia
Política, Universidad de los Andes.