Crimea no justifica una guerra
04/03/2014
Por Lluís Foix
Habrá tensiones. Los ucranianos sufrirán en sus carnes las divisiones
nacionales. Lo que es muy improbable es que un nuevo
conflicto europeo se plantee por Crimea. Quizás por el resto
de Ucrania. Pero nadie querrá jugar
con fuego.
La
península de Crimea, en el mar Negro, entre Ucranian y Rusia
La
península de Crimea, en el mar Negro, entre Ucranian y Rusia
Berlín, 1953; Budapest, 1956; Praga, 1968; Georgia, 2008… Las tropas
soviéticas o rusas han recurrido a la fuerza siempre que sus zonas
de influencia se alejaban
de la obediencia debida al
Kremlin. Rusia es el país más grande
del mundo, con once franjas
horarias y con unos recursos naturales que son imprescindibles para la mayoría de sus vecinos. A pesar de esta notable fortaleza y superioridad en tantos campos, Rusia es un país
inseguro que históricamente ha querido disponer de cinturones territoriales de seguridad para protegerse de su incierta fortaleza.
El
desplome del imperio soviético, continuación de la cárcel de los pueblos zaristas,
en palabras de Lenin, fue una humillación todavía no digerida. La gran masa crítica
territorial rusa tiene salidas al mar por el Pacífico norte, por San Petersburgo y por el mar Negro. La primera está en los confines del imperio,
la segunda se congela en
los meses de invierno y la tercera es Crimea, que traza la ruta
hacia los Dardanelos y el Mediterráneo.
Por la posesión
de Crimea se libró una de las grandes guerras
del siglo XIX, la de 1853 a 1856, y en Crimea se celebró la conferencia de Yalta y
el secretario general Jruschov,
ucraniano, fue el hombre de
hierro de Stalin para purgar a los disidentes y facilitar la gran hambruna en el que era el granero de Rusia. Cedió Crimea a Rusia como quien regala
una finca a su pueblo.
Putin
no va a transigir para ceder el control marítimo de Crimea. Tampoco va a abandonar a los ucranianos que hablan ruso y que
se sienten más protegidos por Moscú que por
Bruselas o Washington.
Europa no tiene ejército y Obama ha dejado reducido el presupuesto militar de Estados Unidos a los niveles anteriores a la última guerra mundial. Putin tiene soldados y están muy cerca
de las fronteras con Ucrania. En Crimea ya se pasean como si
estuvieran en casa, con identificación
o sin ella, sin mayor oposición
interna.
Putin
sabe que utilizar la fuerza bruta para retener
a Ucrania en la órbita de sus intereses puede
ser contradictorio. La OTAN
sabe también que frenar a Rusia
con la fuerza es una cerilla que
puede prender un incendio de dimensiones inesperadas. Habrá tensiones. Los ucranianos sufrirán en sus carnes las divisiones
nacionales. Lo que es muy improbable es que un nuevo
conflicto europeo se plantee por Crimea. Quizás por el resto
de Ucrania. Pero nadie querrá jugar
con fuego.