Dios, racismo
e ideas
05 de Noviembre
de 2008
Moises Naim
Nada de esto resultó ser cierto. Hoy sabemos que Dios, el racismo y las ideas no fueron los protagonistas fundamentales de estas elecciones. Fueron desplazados por la crisis económica, la historia personal
de los candidatos, el fracaso
de George W. Bush y el uso avanzado de Internet como fuente de fondos, difusión de mensajes y reclutamiento de activistas.
Ni Barack Obama ni John McCain se refirieron tanto a Dios en sus discursos y mensajes publicitarios como lo hicieron sus predecesores en elecciones anteriores o sus rivales en las elecciones primarias de sus partidos. Los líderes más poderosos de la maquinaria político-religiosa de
la derecha estadounidense fueron menos influyentes
en estas elecciones de lo que han sido por décadas.
Su principal triunfo fue la
imposición de Sarah Palin como candidata a la vicepresidencia y quien inmediatamente metió a Dios en sus discursos. Explicó, por ejemplo,
que los soldados
estadounidenses van a Irak a cumplir
una "tarea de
Dios", quien, según ella, "tiene
un plan bien definido al respecto". Pero mientras este
tipo de mensajes antes era común, en esta campaña fue infrecuente.
Dios fue exiliado
de esta campaña electoral.
Y el racismo también. Un negro, hijo de un inmigrante sin fortuna, puede sólo con su talento
y su esfuerzo llegar a la presidencia de Estados Unidos. El color de su piel
no ha sido el obstáculo insalvable que el mundo entero suponía
que destruiría la carrera política de Obama.
¿Quiere decir esto que en Estados
Unidos no hay racismo y que el color de la piel de Obama
no jugó papel alguno en la elección? Por supuesto que no. Pero el hecho es que,
para millones de
estadounidenses que lo apoyan,
la raza de Obama ha importado
menos que otros factores. Esto es más
sorprendente para el resto del mundo
que para los
estadounidenses. Fue siempre
más difícil ver a Obama victorioso para un británico que sabe cuán
lejos está su país de elegir
como primer ministro al hijo de un paquistaní, o para un español que sabe que
falta mucho para que un descendiente de marroquíes se instale en la Moncloa o para el japonés que sabe
imposible que un hijo de coreanos llegue a estar a cargo del Gobierno. Desde esta perspectiva, que un negro pueda
llegar a ser el presidente
de los Estados Unidos era simplemente inimaginable. Esto nos dice más
del racismo que hay en el resto del mundo que el que
aún persiste en Estados Unidos.
A las ideas tampoco les fue bien en estas
elecciones estadounidenses. En momentos
en que el mundo ha perdido anclajes fundamentales en la economía, la geopolítica, la sociedad o el medioambiente, McCain y Obama no se destacaron
por la originalidad de las ideas en las que fundamentaron sus propuestas electorales. En esta campaña las
ideas fueron poco importantes a la hora de definir los resultados. Obama y McCain hicieron lo posible por diferenciar
sus propuestas y, en muchos sentidos, sus ofertas son diferentes. Pero el país no se ha enterado.
Muy pocos votantes saben en qué se diferencian las políticas económicas
de McCain de las de Obama o cómo
varían las reformas al sistema de salud que propugnan,
o en qué son diferentes las maneras en que proponen relacionarse
con China.
Los eslogans
y las frases simples son la
norma en las
elecciones en todas partes. Son raros
los comicios donde la discusión a fondo de propuestas tiene el protagonismo. Por más importantes que sean,
las ideas siempre son más aburridas que
las conversaciones sobre la personalidad, el carácter y la vida de los candidatos. ¿Qué ideas pueden realmente competir, en una conversación de sobremesa, con las espectaculares historias personales de McCain y
Obama? ¿O con la historia de la Palin desollando alces en Alaska?
Las elecciones estadounidenses de 2008 introdujeron
muchas novedades. Desde el inesperado ascenso de candidatos que no contaban con el apoyo de las élites tradicionales de sus respectivos partidos hasta una gran cantidad
de innovaciones en el uso de Internet como instrumento para organizar la actividad política. Naturalmente, la novedad más
trascendental es Barack
Obama. Y esta novedad no sólo impacta en Estados Unidos. A partir de ahora, y en todo el mundo, jóvenes pobres, marginados y hasta aquellos abandonados por su padre han
sido informados de que ascender los picos más altos no es un sueño imposible. Sí se puede.