Como humano,
por Obama
Barack Obama debe ser el próximo presidente de los Estados Unidos. Desde lejos
debemos rezar o transmitir algún tipo de energía para que así
sea
Por Pedro Domínguez Brito
29 de octubre
del 2008
No escribo
este artículo en mi condición de dominicano, ni de latino, lo que soy por accidente,
aunque me sienta orgulloso de mis raíces. Naturalmente, tampoco lo hago como estadounidense, lo que no soy.
Estas palabras las lanzo como
humano, como persona de la tierra, como hijo
de Dios, como amante de los
valores universales que deben imperar
entre los que habitamos los
cinco continentes.
Puedo ser subjetivo, no lo niego, pero lo diré de corazón, con una convicción de roca, pensando en el futuro del mundo, más allá de mis
narices y de mis particularidades.
Barack Obama debe ser el próximo presidente de los Estados Unidos.
Desde lejos debemos
rezar o transmitir algún tipo de energía
para que así sea.
Sería un aplauso a la paz, que ya
estamos cansados de guerras inútiles, basadas en el engaño.
Pero a la vez Obama sería un presidente que enfrentaría con energía al real terrorismo, ese terrorismo atroz que en nombre
de ideologías o religiones asesina sin compasión.
Sería un aplauso al desarrollo de las personas en
base a su esfuerzo, estudio y sacrificio, que eso es
Obama, un símbolo de superación
extraordinario, digno de
ser una referencia para las nuevas
generaciones.
Sería un aplauso para los Estados Unidos, cuyo liderazgo
moral no puede estar más bajo, todo
gracias al desastre en materia
de derechos humanos y de violación a las normas internacionales, culpa del
gobierno encabezado por George Bush. Con Obama, de seguro
ese gran país recuperará con creces su prestigio
y su respeto en la comunidad de naciones.
Sería un aplauso a la recuperación de la economía norteamericana, cuyo fracaso se expande sin obstáculos entre nuestros
pueblos, donde los más pobres, incluyendo los
estadounidenses, son los más afectados.
La hecatombe de allá nos arrastra a todos.
En caso
de que Obama no gane, muchos estaremos tristes y tal vez
lloremos, porque habrá perdido la humanidad y cada espacio pequeño que tenemos en ella.
El desencanto,
créanme, será generalizado, y si el globo tuviera bandera,
estaría a media asta.
Barack Obama es una luz
que provoca esperanza en que podremos tener un mundo mejor, o al menos que lo intentaremos
sin el fantasma de los halcones,
sin el imperio de la intolerancia,
sin la algarabía de la mediocridad
y sin la dirección de personas con ínfulas mesiánicas que sólo fueron
predestinadas para hacer daño.
Pedro Domínguez
Brito es abogado