Opinando sin política

 

Martes, 25 de Noviembre de 2008

 

Eduardo Badía Serra

 

El pueblo norteamericano acaba de elegir al señor Barack Obama como nuevo presidente de esa Nación a partir de enero del próximo año. El proceso de elección se desarrolló en un ambiente dominado por la crisis económica, que unida a la crisis social que le acompaña desde hace muchísimos años, le señala como un país de fuertes y profundas contradicciones.

 

Porque ¿cómo un país que es, como se dice, el más rico del mundo en términos económicos, el más desarrollado en términos científicos y tecnológicos, y el más influyente políticamente, no puede ser capaz de prever ese colapso económico en que ahora se encuentra, su segundo en menos de cien años, y no se desenvuelva y desarrolle en un ambiente en donde priven los valores expresados en su carta magna, una sociedad armónica, decente, con familias fuertes, con formas de vida sustentable?

 

Hay muchas respuestas a lo anterior: El ansia de poder económico, el dominio del tener sobre el ser, el excesivo individualismo, una visión mesiánica de su papel sobre la tierra, etc., etc., etc. El señor Obama, entonces, tiene ante un reto de grandes proporciones: Superar la crisis, que por cierto, está afectando a todo el mundo; transformar el ámbito social de su pueblo; y responder positivamente a las enormes expectativas que sobre él se tienen, provocadas por su origen negro y por su discurso democrático durante la campaña.

 

Pero, ¿Qué pueden esperar nuestros pueblos del señor Obama? Yo no creo que él vaya a modificar esencialmente el sistema norteamericano, y menos aún el económico. Por supuesto que medidas urgentes y fuertes deberá tomar para salvar la situación y poner en su puesto a algunos grandes depredadores económicos mundiales, pero los Estados Unidos de Norteamérica continuarán siendo el país de la libre empresa, el país del libre mercado, el país de las libertades individuales en materia económica, (que no en materia social). Eso no puede cambiarse ya más. Su estructura material, y la forma de pensar de sus habitantes, (que viven para trabajar y no trabajan para vivir), es cosa que no puede ser cambiada en poco tiempo.

 

La hegemonía norteamericana en el mundo económico y político seguirá, en mi opinión, sin variaciones de fondo. No hay que hacerse mayores expectativas de ello. pienso que es esperable del señor Obama, una política más prudente, mucho más prudente, en cuanto al sentido guerrerista de su país, (que en el fondo obedece a intereses netamente económicos); es posible que las situaciones en Iraq, Irán, Afganistán, Guantánamo y otros lugares del mundo presenten grandes variaciones en el sentido positivo.

 

También pienso que se esperaría de él una política exterior más respetuosa para con sus vecinos y para con todos los países del mundo. Esa política del garrote virtual con que el señor Bush ha tratado al resto, creo que habrá de desaparecer durante la gestión Obama.

 

Probablemente también haya una visión más humana en cuanto al desarrollo sustentable y al respeto del medio ambiente, tan inmisericordemente atacado por los norteamericanos. Creo que él entiende mucho más correctamente que el señor Bush, que la naturaleza debe ser respetada por el hombre, y que este debe vivir en armonía con ella.

 

Eso esperaría yo del señor Obama. No es poco. No creo que haya cambios sustanciales en cuanto a su política migratoria, o al menos, hoy por hoy, tengo serias dudas de ello. Pero con lo anterior, el mundo ganará bastante. Si los Estados Unidos sacan buena parte de sus manos del resto de países, y deja que estos vivan libremente y sin ataduras, sin presiones, eso ya es una gran victoria mundial. Las relaciones internacionales cambiarán, y dentro de los ambientes hemisféricos el resto del mundo tendrá una mejor disposición para expresar sus posiciones, venciendo el miedo y el temor generado por las presiones que ese país del norte ha sabido colocar sobre ellos.

 

Nuestro país no debe  formarse tantas expectativas con este cambio en el gobierno norteamericano. Nuestros problemas, ¡tantísimos!, deberán ser resueltos por nosotros mismos y no por otros.

 

Ciertamente, estos tiempos están signando de una manera inesperada. Ya hemos visto en Bolivia cómo un indígena accedió al poder. Ahora un hombre de color accede a la presidencia del país más rico del mundo. ¡Qué bien! Son signos buenos, de igualdad, de democracia real. Pero esos hechos nada tienen que ver con las propias gestiones de gobierno. Estas obedecen a otras directrices, y al margen de la raza y del color de la piel, lo que interesa es la posición ideológica y la visión que del mundo tienen aquellos que toman entre sus manos las riendas del carro de sus respectivos países.

 

Por eso, yo digo:

Pueblo, ¡Rechaza las discusiones ligeras!

Pueblo, ¡Cuidado con los cantos de sirena!

Pueblo, ¡Levántate y anda!

¿De política?

 

¡Noooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo!

 

¿Para qué?

De estas, y de otras cosas, seguiremos hablando, si Diario Co Latino me lo permite.