La contienda
electoral norteamericana, en medio
de la crisis, se inclina en favor de Obama y los demócratas. Mientras tanto, sorprende que aún con la parálisis de los mercados, aumenten las inversiones
extranjeras y la demanda externa de activos.
Por: Jorge Castro
Hay una nueva fase en el proceso electoral norteamericano,
cuando la contienda se apresta a iniciar la recta final para los comicios del primer martes de noviembre. La cuestión económica se ha transformado en el tema prioritario de la agenda electoral, tras
la agudización de la crisis financiera
y la aprobación por el Congreso del plan de salvataje de
U$S 700 billones. En esta nueva etapa,
el candidato demócrata
Barack Obama se adelanta significativamente
sobre el republicano John
McCain en los estados cruciales,
donde el voto de los trabajadores blancos, de menor nivel educativo
y de ingresos, decide la elección
del 4 de noviembre.
McCain retiró el viernes pasado su campaña del estado de Michigan, fuertemente
industrial. Michigan tiene hoy
el más alto nivel de desocupación de la Unión: 8.9%; solo en la industria automotriz se perdieron 390.000 puestos de trabajo en los últimos cuatro años. En Michigan, Obama logra 9 puntos de diferencia sobre McCain, 5 de los
cuales conquistados en los últimos diez días.
Michigan parece mostrar la tendencia que arrastra
a otros "blue states", con alta proporción de población trabajadora, que votaron por
Hillary Clinton en las primarias
y no se conectan con Obama hasta
ahora, como Pennsylvania y
Ohio.
En la política
electoral norteamericana la regla
es clara: si McCain pierde en dos de estos tres estados,
perdió las elecciones nacionales en noviembre. El proceso electoral fue, en su primera
fase, un referéndum sobre Obama. Por eso, la contienda presidencial es una anomalía en 2008. Este es un año demócrata.
El Partido Demócrata, como tal, tiene
15 puntos de ventaja sobre el Republicano; en
California, el mayor y el más rico
de los estados, la diferencia
son 20 puntos. La anomalía es el empate entre Obama y McCain
que ha existido hasta los últimos diez días.
Incluso hoy, la pregunta
central del proceso electoral es
cómo Obama tiene solo 4 puntos de diferencia sobre McCain en las encuestas nacionales, luego de tres semanas
de colapso en Wall Street y de profundización
de la crisis financiera, con un aumento
de la desocupación de 400.000 puestos
de trabajo solo en septiembre.
Todo indica que en los próximos diez días se fija
la tendencia definitiva de las elecciones de noviembre. Si McCain no logra, a través de los debates presidenciales
y de una acentuación de la campaña negativa sobre el candidato demócrata, transformar nuevamente la contienda en un referéndum sobre Obama, tendría perdidas las elecciones. En ese caso, el próximo
presidente de EE.UU. sería el primer afro-americano en
ocupar la Casa Blanca, claro
que graduado "cum sum
laude" en Harvard.
Lo notable de la situación
estadounidense es que, en medio de la crisis, y que cuando se acentúa
la parálisis de los mercados
financieros interbancarios,
aumenta la demanda extranjera de activos norteamericanos. Los extranjeros invirtieron más de U$S 2 trillones en 2007 en inversiones directas en empresas estadounidenses, o en bonos
y acciones. Más 60% fue obra de inversores
privados, y el resto de bancos centrales, sobre todo asiáticos,
en primer lugar el de China, que
compraron casi U$S 1 trillón en títulos del Tesoro norteamericano.
Así se cubrieron los U$S 730 billones del déficit de cuenta corriente (5% del PBI en el segundo trimestre de 2008); y alcanzó para financiar
inversiones por U$S 1.3 trillones realizadas en el exterior por los
estadounidenses.
EE.UU. recibe más
del 75% del total del flujo de capitales
del mundo; son unos U$S 2 billones que ingresan diariamente
al mercado norteamericano. Esta cuestión, que esclarece la actual estructura del poder mundial, ha encontrado recientemente una respuesta de envergadura
("Why Do Foreigners Invest in the United States+", NBER, Working Paper 1398, April 2008, Kristin Forbes, MIT).
En primer lugar, la productividad
de la economía norteamericana
hace que su crecimiento potencial de largo plazo sea
superior al resto del G-7; y luego,
el mayor tamaño, liquidez, eficiencia y transparencia de los
mercados financieros norteamericanos, comparado con
los de origen, lleva a que se prefiera invertir allí, incluso en el momento de la mayor
crisis.
Si la pregunta es porqué se prefiere
los activos en dólar -y el dólar como moneda-
cuando la crisis financiera
se agrava con epicentro en EE.UU., la respuesta tentativa sería porque, en última instancia, la economía norteamericana es, al igual que su
moneda, la reserva y la plataforma tecnológicamente más avanzada de la economía mundial.
Las crisis son más reveladoras que la normalidad para establecer la naturaleza de un fenómeno. La productividad en EE.UU. es tan importante
en la estructura del poder mundial como la ley de la gravedad en el campo de
la física.